Quiero recordar que un letrado me dijo algo del artículo veintidós sobre el derecho a no secundar la propuesta de huelga que llevaron a cabo los sindicatos. Este derecho se cercena sistemáticamente por parte de los piquetes informativos, que más bien son siempre coercitivos y responsables de daños materiales en muchos casos y personales en ocasiones contadas. El empleo de la fuerza por su parte más que justificado, parece asumido para la mayoría de la población, obligando al cierre de numerosos establecimientos por la dictadura del miedo y no por el convencimiento de apoyar mediante un paro de veinticuatro horas el rechazo a la necesaria reforma laboral.
Como quiera que los sindicatos son los convocantes de este sarao, y como son de izquierdas, se permite el uso de esa dosis de violencia que resultaría intolerable en otras circunstancias. La obligatoriedad de no acudir a los puestos de trabajo no deja de ser otra forma de dictadura, resulta antidemocrática y atenta frontalmente contra las libertades que los sindicalistas pretenden defender.
El día 29 de Marzo hubo ciudadanos que, convencidos de su necesidad, apoyaron sin fisuras la huelga general, y me merecen el máximo respeto. Pero ese mismo día, muchos trabajadores, con tanto convencimiento, pero de sentido contrario, se vieron impedidos para ejercer ese derecho que comentábamos antes, y se vieron de tal guisa por la imposición del paro a través de la violencia.
Viva la democracia de los sindicatos.