POR ÁLVARO YANES
Imagínese, no es difícil, que usted ha decidido combatir los rigores caniculares hispalenses en alguno de los múltiples veladores que dan colorido a cualquier barrio en las noches de nuestra querida Sevilla. E imagínese que, ya sea por los efluvios de la cebada, por las pamplinosas conversaciones que estilamos en ocasiones o simplemente porque nuestro complejo cerebro necesita estar permanentemente ocupado con cualquier sandez, le da por pensar si entre toda la gente que está en el bar habrá alguno que celebre cumpleaños el mismo día que otro, aunque no sea el mismo año.
Desechando circunstancias anormales como gemelos, trillizos, años bisiestos y demás ¿Cuántas personas resultan necesarias que se reúnan en el bar para que haya dos que coincidan en el día y mes de su nacimiento? ¿A partir de cuántas hay más de un 50% de probabilidad para que dos celebren su cumple el mismo día? Lea otra vez la pregunta más detenidamente, dedique 5 segundos a pensarlo, diga una cifra y siga leyendo.
¿Ya? Pues bien, son más. Son sólo veintitrés. Matemáticamente si un colectivo lo conforman veintitrés personas, hay un 50,7% de posibilidades de que haya dos que celebren cumpleaños el mismo día. Si los que se unen son 50 personas ya las posibilidades superan el 99%. Este sencillo jueguecito matemático sobre cuya explicación y aplicaciones prácticas en ámbitos como el de la criptografía o la estadística encuentras en la red para aburrirte, no es una paradoja en puridad. Se le llama como tal en el argot por aquello de que la razón te dice una cosa (a todo el que le cuestiones por esto te dirá un número superior a 23, compruébalo) y la evidencia matemática otra bien distinta.
En el mundo de los fichajes, paradojas de este tipo se dan con una naturalidad que asustan. Escuchando a las partes, la razón te dice una cosa (todo hecho, salvo el formalismo de la firma) y la matemática otra ya que son multitud las que se van al traste. La última paradoja del cumpleaños aplicada al fútbol la hemos visto con Iván Piris. Lo que todo el mundo piensa a priori y la realidad final poco tienen que ver. Las voces de importancia del Sevilla, desde el Presidente hasta el entrenador pasando por el Director Deportivo, hablando abiertamente del lateral paraguayo como el futuro inquilino del costado diestro de nuestra zaga; el representante del chaval colgando fotos en twitter de cerveceo por Triana y diciendo que ésta será la casa de Piris y a los pocos días resulta que al futbolista le dicen que se aplique de forma literal aquello de que todos los caminos conducen a Roma. O no. Después volveré sobre esto.
Hace algo más de un mes publiqué en el blog hermano “Columnas blancas” mi opinión sobre la inmersión de los Fondos de Inversión en el fútbol. Por tanto no peco de oportunista, mas al contrario, cuando comento estas circunstancias. En dicha columna que tuvo su aplicación práctica a los pocos días cuando surgió el caso Piris, quedaba claro que no eran Santo de mi devoción ya que mediatizan en cierta medida el curso natural de los acontecimientos. De todos es sabido que cuando empiezas a incluir intermediarios y agentes en una operación, la opacidad de la misma crece exponencialmente. Y, además, siempre son más difíciles de cerrar, claro. No es igual arreglar una operación “simple” entre club vendedor, agente del futbolista y club comprador que arreglar una operación “compleja” entre club donde juega el futbolista, grupo inversor dueño de los derechos del futbolista, agente del futbolista, club comprador y club puente que usa el grupo inversor.
Tengo que reconocer que me sorprendió sobremanera la tuitera reacción de Monchi cuando descartó al futbolista de forma radical. Motivado por el enfado del que ve cómo se le estropea un trabajo a última hora, dijo que nadie iba a reírse del Sevilla, que el Sevilla no iba a entrar en una subasta y que Piris quedaba absolutamente descartado ¿Qué esperaba Monchi? ¿Qué la operación tuviese una transparencia absoluta? ¿Qué se respetasen los pactos de caballeros? Monchi porque está en el mundo en general y porque lo ha vivido en sus carnes en particular (Van Persie o Ujfalusi, por ejemplo) sabe que la palabra e incluso las firmas en el fútbol tienen un valor discutible. Y ya si te estás jugando los cuartos en una operación de las que antes denominé “complejas”, ni te cuento. Si te acuestas con niños no te puedes enfadar por levantarte mojado.
A mí estas operaciones no me gustan y como tal lo dije hace un mes, no ahora. Pero una vez que están legalizadas, admitidas y que encima las usas para operar, el quejarte luego no tiene mucho sentido. El grupo inversor propietario de los derechos de Piris tiene un producto y como tal busca sacarle la mayor de las rentabilidades posibles como hace cualquier tiburón financiero. Además no es un grupo inversor desconocido ni el uso del Deportivo Maldonado, equipo de la 2ª paraguaya, es algo inédito en las transacciones internacionales. Parece ser que los fichajes de los también paraguayos Estigarribia (por la Juventus de Turín) o de Montenegro (West Ham) también se puentearon a través del Maldonado.
Por cierto. Piris quedó descartado porque el grupo inversor había llegado a un acuerdo con la Roma que le había ofrecido más dinero. De esto hace ya no menos de diez días. Pero, hasta donde yo llego, la Roma sigue sin hacer oficial el fichaje del futbolista. No sé si lo hará esta tarde, mañana, dentro de una semana....o no lo hará. Y, qué casualidad Miguel, nosotros seguimos sin lateral derecho que es la prioridad total y absoluta de cara a la temporada venidera. Lo suyo es tener dos buenos por puesto y a 25 días de comenzar la competición, para el lateral diestro tenemos ahora mismo uno y malo.
Parece ser absolutamente seguro que Piris no jugará en el Sevilla. Una persona de la credibilidad, seriedad y rigor de Monchi así lo manifestó. Por tanto, lo normal es que el chaval termine en la Roma y nuestro flanco derecho lo cubra otro futbolista más pronto que tarde. Pero recuerden la paradoja del cumpleaños, corolario futbolero de Sánchez Araújo: muchas de las cosas que no se pueden dar se dan, la razón y las sensaciones van por un lado y la realidad empírica va por otro, y en el fútbol nunca eleven nada a definitivo.
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