Nuestros peques prefieren las piscinas de hojas a las de bolas
Javier Rico
Ya lo avanzábamos en la última entrada al blog: no es lo mismo salir de pajareo con niñas y niños de ocho años, e incluso con adolescentes y jóvenes, que con peques entre tres y cinco años. Fuera prismáticos y telescopios y bienvenidas hojas, árboles, sendas, estanques, frutos y setas. Pero, cuidado, sin olvidarnos del desayuno de los pitos reales en la pradera ni del baño matutino de los ánades en el estanque.
Estamos inmersos ahora mismo en seis rutas con escolares de todo el ciclo de infantil del colegio María Inmaculada del distrito de Carabanchel (Madrid). Peques de tres, cuatro y cinco años que se muestran ávidos de conocer, de tocar, de sentir, de palpar y hasta de hablar con la naturaleza que les rodea y que, en la mayoría de los casos, no han tenido oportunidad aún de acercarse a ella.
“¿Pero si vamos de excursión dónde está el autocar?” En Aver Aves nos encanta romper los tópicos de las salidas complementarias de los centros escolares. No hace falta autocar, ni coger el metro, ni jaulas, fosos o cercas de zoos y granjas escuelas para interactuar con la biodiversidad.
Rodeamos al árbol del amor para dar las gracias a las plantas por lo bien que se portan con nosotros
Interactuar porque ahora, en otoño, tenemos unas hermosas hojas caídas de almeces, álamos blancos y falsos plátanos que nos permiten elaborar nidos para las aves, pero también “bañarnos” en piscinas de hojas que no tienen nada que envidiar a las de bolas e incluso, ya que no llueve agua, pues que lluevan hojas.
Y, entre tanto, “cuidado peques, mirad allí ese pájaro verde con manchita roja en la cabeza (pito real) cómo busca comida entre la hierba”. “Hala, que bonito profe”. “Ey, mirad ahora en el estanque, mirad, mirad cómo se bañan y asean los ánades azulones”. “Ja, ja, ja, ja (carcajada colectiva) qué cosas hace el pato, se mete y sale, se mete y sale, se mete y sale…” “¿Y no tiene frío?”
En primera fila para observar el baño matutino de los ánades azulones
No, no lo tiene, ¿por qué? Pues también se lo explicamos, porque la curiosidad les desborda. Como cuando, de repente, aparece un naranjo repleto de naranjas a treinta metros de su cole. “¿Pero cuándo lo han plantado?” “Lleva aquí muchos años”. Pero es que, más cerca aún hay un olmo malito con varios hongos gigantes en su tronco, dos hongos xilófagos. “Hala, son setas gigantes profe”. Tampoco las habían visto antes. Lo de xilófagos y simbiosis lo dejamos para cuando se vengan de mayores a otra ruta.
“¿Y si nos dedicamos a recoger del suelo trampas mortales para las aves?” Pues también se apuntan encantados; y bolsas que vemos de gusanitos, patatas o de bollería industrial, además de tapaderas, pajitas o tiras de plástico nos sirven para salir al encuentro de algún contenedor amarillo donde depositarlas. “No, ahí no profe, en el gris no, en el amarillo”.
Nuestras aulas al aire libre despiertan continuamente la curiosidad de los peques
La cosa termina con estorninos negros posados en las antenas de los edificios cercanos al cole y con los gorriones y las palomas buscando comida y revoloteando en el parque infantil pegado a sus aulas. “Hasta luego gorriones, y gracias por cuidarnos”. Creo que estos niños y niñas del María Inmaculada han aprendido también a cuidarles a ellos, a los gorriones.
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