Imagen: clubsubarutodocamino.com
Desde hace unos cuantos meses llevo realizando un estudio muy importante, al menos para mí, sobre todo por la cantidad de tiempo que he perdido. Les hablo de la extraña tendencia que tienen los conductores de pisar todas las líneas blancas que le separan de un paso de peatones o un semáforo.
Quizá de entrada ustedes pueden pensar que tengo mucho tiempo libre o que realmente de pequeño me pegaron una pedrada y nunca llegué a quedar bien. Y están en todo su derecho porque una de las dos opciones es cierta, pero les aseguro que por alguna extraña razón, el conductor no respeta algo tan sencillo y básico como es “no pisar la gruesa línea blanca” ante un paso de peatones o semáforo.
Dentro de las hipótesis que barajo se haya la que denomino: falta de vista. Es fácil deducir que me refiero a la poca visión que tienen los conductores y que al “tanteo” paran después de la línea pensando que no la han sobrepasado. También he pensado en la teoría del piloto: aquí, mi idea es que hay tanto aficionado a la fórmula 1 que, como si de un piloto tramposo se tratara, sitúan su vehículo unos centímetros por delante de esa gruesa línea para tener ventaja sobre sus oponentes. Que también pudiera ser.
Pero tras mucho cavilar, la razón de que muchos conductores pisen esa línea de la discordia tiene su origen en los taxistas a los que no culpo. Primero porque son los que, en mi estudio, más tendencia tienen a pisarla a pasarla o incluso a aparcar encima. Y segundo porque también rompe mi estadística la gran cantidad de vehículos dedicados al sector del taxi.
Conclusión: Si los taxistas sobresalen con sus vehículos a la hora de pararse ante un semáforo pisando incluso la línea blanca tiene su razón de ser en que lo hacen para que se les vea más que al resto de coches y conseguir así más clientes. Algo que con el tiempo han copiado el resto de conductores. Por cierto, hablando de copiar. Les aseguro que cuando estén en un semáforo o ante un paso de peatones ustedes harán como yo hice, observar quien es un “pisalíneas” y quien no porque parece…que todo se pega.
Esta es la crónica habitual, de un día como otro cualquiera…
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