El mundo se centró durante el año 2011 en las protestas, fruto de descontento ciudadano, en la zona de Oriente Medio. Aquellas manifestaciones televisadas por los medios también fueron ligeramente contagiadas en países donde la democracia tenía su primera andadura. Los gritos de desagrado cosquillearon a la élite norcoreana y temieron por un momento si la protesta iba a suceder en su país. Utilizaron todas las medidas posibles para evitarlas fortaleciendo la restricción en el país pero algunas batallas que anteriormente no ocurrían en Corea del Norte sucedieron finalmente. No era algo grande pero algo significativo en la historia norcoreana.
Días antes de la enésima celebración del líder norcoreano Kim Jong-Il, en una ciudad desconocida incluso para los norcoreanos como Jong-Song (situado en la provincia Hamkyung-Norte), los pequeños comerciantes estaban enfurecidos por los constantes favoritismos que ocurrían entre los militares y los negociantes beneficiarios. Un grupo de treinta a cuarenta personas empezaron a batallar contra ellos. Pero el hecho acabó en tragedia. De repente, los guardias alzaron sus escopetas y empezaron a disparar contra los que pedían justicia y seis cuerpos han caído y manchados de sangre. El incómodo silencio volvió de inmediato.
Según el testigo que vio todo lo ocurrido aquel día, los disparos sucedieron porque el control se duplicó debido al cumpleaños del mandatario norcoreano y cualquier movimiento exagerado de lo normal podía elevar la tensión. Pero durante el año 2011, en diez diferentes zonas del país, las protestas se tradujeron en asesinar a funcionarios leales al régimen hasta la quema de billetes norcoreanos como protesta de la reforma monetaria que llevó a la economía del país hasta la perdición más absoluta. Algo impensable durante las décadas anteriores, finalmente ocurrieron. Y esa burbuja de rabia de los descontentos sigue acumulando hasta que su explosión eventual nos hará ver acontecimientos futuros realmente observables. El diario de Corea del Norte