Montero Glez es capaz de recrear con precisión, pero también con deliberada fantasía, los últimos días del mito de San Fernando, allá por 1992. "Pistola y cuchillo" es un relato largo que revive aquellos años de la Venta de Vargas y que profundiza (bastante más que la película de Chávarri, donde el desarrollo del personaje aparece sólo esbozado) en la forma de vivir y de entender la vida del genio de La Isla, de ese hombre autodestructivo que fue tocado con la varita mágica de los ángeles. Montero convierte a Camarón en personaje literario y avanza un paso más en la consolidación de un mito popular que ya no pertenece sólo a los gitanos.
Peleas de gallos, fino y pescaito. Furgonetas cutres, guitarras y capotes. Elementos castizos que acompañan a unos personajes literarios de carne y hueso que conviven en estas páginas trascendiendo el fondo y alcanzando la más original de las formas. El relato pone los pelos de punta a quienes hemos sentido el flamenco. Montero, con una prosa clara y directa que va más allá de las modas, las tendencias y los mercados, ha construido el libro que ha querido construir: ha hecho lo que le ha dado la gana, poniéndose el mundo (literario) por montera. Y aunque sólo sea por eso, cuenta con toda mi admiración y mi respeto. No se encuentran hoy día en España escritores tan valientes, tan puros y tan… de verdad. Tan de verdad como la voz de José Monge Cruz: Camarón de la Isla.
Pistola y cuchillo (El Aleph, 2010)