Pitapes Granollers

Por Baco Y Boca @BacoyBoca
Nos vamos fuera de Barcelona, a Granollers. A visitar Pitapes. Hace 5 años que empezaron en Mollet y ahora celebrarán su primer aniversario en esta localidad. El local es grande, incluso diría que fue una nave industrial o una casa que ha sido totalmente vaciada y vuelta a llenar con sifones, barriles y cajas de madera recicladas. Techos altos, amplitud entre sus mesas de mármol y estanterías llenas con las botellas de vinos que tienen en su carta. Carta, además, presentada de forma como etiquetas de botellas en cada una de las mesas. Hay gente, aunque no esta el comedor lleno. Encontramos más comensales de los esperados teniendo en cuenta el día, la hora y la temperatura exterior, que no invita nada a estar por la calle: Domingo a mediodía en verano, en el verano de este año, que tanto ha castigado. No hacen menú de mediodía diario, no es hacia donde quieren ir. Es más un lugar de fines de semana y de noches. Tienen un menú degustación. Ese es el que ofrecen que es representativo de sus especialidades. Para beber elegimos de los vinos a copas, ya que no todos los de su carta pueden degustarse así. Una copa de Marques de Murrieta reserva 2008 Rioja clásico que no defrauda  y un blanco Auzells Costers del Segre fresco y con cuerpo. Enseguida llega un buen pan de coca con tomate tostado al momento y la primera de las tapas: Rabas de pollo. Pechuga de pollo cortada a tiras y rebozadas con patatas chips. Mas crujientes imposible. Acompañadas de una salsa de mostaza muy suave. Son ese tipo de aperitivos o tapas de las que no te cansas y mientras haya en el plato, se comerán. Casi al mismo tiempo llegan unos Langostinos crujientes y un platito de buen jamón cortado a mano, nada de jamón de la nevera que a veces nos hemos encontrado con esta aberración. Entiendo que es una opción y no siempre puede tenerse un buen cortador de jamón en el equipo y hay que tirar de cortar a máquina, pero eso sí, hay que sacarlo y cortarlo un poco antes si tienes la pieza deshuesada!. En Pitapes, por suerte tenían la pieza y quien lo cortó sabía hacerlo. Corte uniforme, fino y del mismo tamaño, como debe ser para degustarlo de la mejor manera. Los langostinos también tenían una buena fritura igual que las rabas, nada oleosos y la salsa de  fondue de queso al parecer  acompañaba muy bien. Seguimos con un carpaccio poco habitual: de potro. Sinceramente, no puedo asegurar si era la primera vez que lo comía. Normalmente es de ternera, mejor o peor pero ternera. Con su vinagreta de mostaza, me gustó, pero tampoco le note mucha diferencia con los tomados hasta ahora. Es lo que pasa con los carpaccios, están cortados tan finos y siempre aliñados que es difícil. Si tuviera dos platos y probara los dos tipos al momento sería posible que entonces notara gustos diferentes. En cualquier caso, muy apetecible para esta época. Siguieron dos mini hamburguesas de ternera con pepinillos y con queso una de ellas. Buena carne, buen grosor y jugosas, muy correctas. Hechas en su punto justo con mini panecillos típicos y con un pincho insertado para poder comerse más fácilmente. Teniendo en cuenta que hablamos de un menú degustación, su tamaño, tipo catering era el ideal para poder seguir comiendo. Ni te hartas de carne ni de pan. Bien pensado. Un par de croquetas cada una de un sabor. Una de jamón, de la que podéis ver su interior y la otra de parmesano. La de jamón era sabrosa. La verdad es que se está consiguiendo un buen nivel en general y empieza a resultar difícil encontrar aquellas primeras croquetas que se servían precocinadas y congeladas que no sabían absolutamente a nada. Bueno, si, quizá recordaba el sabor de la leche con un poco de suerte. Igual que las hamburguesas, nunca están de más. Otro clásico: Pulpo a feira con cachelos. El pulpo muy bien hecho, pero debo decir que las patatas estaban demasiado hechas bajo mi punto de vista y había demasiada cantidad. Estaban buenas de sabor, pero debían cogerlas en pala, no podían pincharse. Así quedan más empapadas en aceite y más sabrosas, pero la textura es diferente. Nada más que objetar a esta tapa. Y que conste que ese pequeño detalle no deslucía lo más mínimo el platillo. Raviolis de Foie y trufa. Una pequeña ración que una vez más se agradece para no saturar. Los dos sabores se apreciaban, la salsa estaba gustosa. Son dos sabores fuertes, que al mezclar con la pasta se amortiguaban. Correctos. Un par de costillas de cerdo muy melosas que se deshacían en la boca. Buenísimas, hechas con salsa de Pad Thai, cuyo ingrediente principal es el tamarindo que le da ese sabor característico dulzón de la cocina aisática. Seguimos con los clásicos recuperados: Huevos rotos con Botifarra de Perol. Los sirvieron ya mezclados, revueltos con las patatas y la botifarra deshecha encima. El último plato que de este menú del que debo decir siguió un orden lógico por consistencia y sabor de cada uno de ellos. Son muchos platos, si, pero las raciones son para compartir y no son grandes. La cantidad justa, más el postre, claro. Dos clásicos, aunque uno de ellos con algo diferente. Primero el coulant, con helado de stratiacella. Ojo al hincar la cuchara: aprobado y con nota! Siempre que tomo coulant pienso en aquellos que a veces sirven pasados de tiempo. Me cuesta entenderlo. Y una crema catalana muy ligera y con sorpresa en su interior: fresones que a primera vista no se ven, solo al romper el azúcar los encuentras. Un acierto por parte de Pitapes. Comimos muy bien, variado, todo a compartir. Formato de platillos y tapas, un estilo informal que no quiere decir menor elaboración o menos calidad. Una degustación servida con amabilidad por el equipo de sala y en un buen ambiente. Seguramente las noches tienen que ser mucho más concurridas. Este menú, aunque los platos pueden ir variando, tiene un coste de 25 Euros, pan, bebida y café incluidos. La media de su carta si no quieres dejarte llevar por sus recomendaciones, ronda los 20 Euros. Saldrás satisfecho. Muy satisfecho.  A nosotros nos ha servido para hacer una avanzadilla a una zona que visitamos poco: El Vallès Oriental, del que tenemos alguna que otra visita pendiente. Algo hemos visto por la zona con muy buena pinta, habrá que volver.