Probablemente más atractiva para el público femenino, Ritmo perfecto es una propuesta que comienza haciéndole honor a su título y termina apagándose lentamente hacia los tramos finales. Jason Moore parece hipnotizarse con Anna Kendrick, protagonista de la historia, realizándole una innumerable cantidad de planos, remarcando así su rol de figura principal del film. Aquí la vemos cumpliendo una buena actuación, encarnando a una joven apasionada por la parte musical que involucra a los Djs pero acabando en un grupo coral que busca triunfar en una competición acústica universitaria. De la película se puede destacar positivamente la temática, diferenciándose de la típica incursión en la materia y apelando al canto a capella, un terreno poco abordado de esta manera en la industria cinematográfica. Se pueden apreciar unos números musicales muy bien logrados, en donde los personajes emiten desde su boca todo tipo de sonidos, conjugando diversas melodías como “covers” de reconocidas pistas. Pero no todo es positivo en Ritmo perfecto: lamentablemente, lo que inicia con chispa, gags acertados y hasta incluso algo extravagantes, de la mitad hacia el final parece empezar a desinflarse lenta y vertiginosamente, cayendo en una previsibilidad muy poco estimable que hace resoplar al espectador que venía disfrutando la espontaneidad de las situaciones. Como entretenimiento cumple (por momentos muy similar a la serie Glee), sin trascender con un que relato culmina siendo mucho menos perfecto rítmicamente que el nombre de la cinta.
LO MEJOR: el inicio de la historia y cómo contagia. Los números musicales. LO PEOR: deviene peligrosamente en la obviedad.
PUNTAJE: 6