Insisto siempre en el Tosti cantado por Pixán porque su voz parece medida para mi tocayo italiano. Esta vez eligió Consolazione sobre versos de Gabriele d'Anunzio, ocho canciones típicas de llamada "Música italiana de salón del XIX" que el tenor domina, incluso sin estar a pleno rendimiento, desde esa media voz intimista y toda la expresión textual. No son las canciones más melódicas y agradecidas de Tosti que pareció no gustar al respetable, pero la interpretación del asturiano con el subrayado de Noelia Rodiles, abrieron boca en todos los sentidos.
Más "garra y pegada" tienen las tres Canciones españolas de concierto de María Rodrigo con textos de María Lejarraga, esos Tres ayes (1924) que también (y tan bien) tiene grabados y supusieron rescatar del olvido unas partituras equiparables a las de Falla, Granados, Turina o Toldrá, exigentes para ambos intérpretes, con veladuras y amplitud de registro donde Pixán mantiene como nadie el color vocal. Me quedo con Serenita está la noche.
Las tres Canciones asturianas (paráfrasis) de la croata residente en Tenerife Milena Perisic sobre versos de Ángel González resultaron lo mejor para cerrar la primera parte, sumándose el cello de Elena Miró, trío bellísimo en tímbrica con una música atemporal por lo cercana a todos los públicos, captando lo asturiano desde la universalidad tonal para unas melodías expresivas que estaban tanto en la voz como en el cello mientras el piano redondeaba un tríptico hermoso en la voz de Pixán.
El público curó rápidamente su catarro al escuchar las dos canciones cubanas sobre textos anónimos, Se fue de Lecuona y sobre todo Lágrimas negras (Miguel Matamoros) que Pixán recrea desde el original con el piano exquisito de Noelia sobre el que el sentimiento vocal del tenor emerge como nadie.
Punto y aparte tiene el texto de Borges sobre el que Carlos Guastavino compone la Milonga de Dos hermanos, ritmo contagioso para vestir una tragedia, la poetización de la milonga y no la musicalización del poema, narración echa canto en la voz de Joaquín con la guitarra hecha piano.
La vuelta al trío para acabar el concierto sirvió nuevamente para dignificar nuestro folklore cercano, el de El Presi (José González), auténtico adelantado a su época que sólo el paso del tiempo y su estudio musicológico está reivindicando y Pixán eleva a maestro desde los arreglos del asturiano afincado en Estados Unidos Jorge Muñiz, que ya colaboró con el tenor en la Cantata Jovellanos, acompañamiento que pasa de la guitarra al piano y cello remarcando melodías que todos los asturianos llevamos en nuestros genes: Soy asturiano, donde los giros de la tonada se besan con la copla y el flamenco al más puro Falla, Soledá como auténtica joya recogida por Pedrell y agrandada en versión e interpretación del trío, y el popular Paxarín parleru (Xilguerín parleru en otras) que nadie como Pixán es capaz de cantarlo con el gusto y maestría habituales, emocionando a un público que siente estas músicas de raíz que nuestro Torner recogiera hace casi un siglo.
Todavía faltaba el fin de fiesta con auténticos regalos, el estreno de Yes igual que la nieve del poeta asturiano Antonio Gamoneda sobre el que Joaquín Pixán compone una melodía con acompañamiento de cello, un poema profundo en letra y música donde el tenor sorprendió a todos, incluyendo al que suscribe.