Llevo años preparando pizzas caseras. Cuando descubrí lo ricas que están y la gran diferencia que hay con las industriales juré y perjuré que estas últimas no volverían a entrar en mi cocina y así ha sido (o casi).
Comencé elaborando las bases con harina para pizzas y pensé que aquello era la bomba. Después, al comprarme la thermomix, avancé un paso más y me aficioné a preparar la masa siguiendo la receta del libro que me regalaron con la "maquinita". Entonces pensé que la primera no era tan buena y que la de la thermomix la superaba considerablemente. Sin embargo, hace poco he descubierto una nueva masa para pizza, he caído rendida a sus pies y creo, ciegamente, que es la mejor masa para pizza que he elaborado hasta ahora: la masa elaborada con masa madre. Hace tiempo que uso masa madre para muchas elaboraciones (a ver si encuentro el momento de contaros cómo prepararla) y, como he dicho en anteriores ocasiones, opino que marca una diferencia en cuanto a sabor y textura que es fácilmente reconocible cuando aquello en lo que la hemos empleado entra en contacto con nuestras papilas gustativas.
Es por ello que recomiendo que, si tenéis masa madre en vuestras cocinas, probéis a utilizarla en vuestras pizzas. La cantidad de agua y de harina dependerá de la hidratación de vuestra masa madre,:a mayor hidratación, menor cantidad de agua y/o mayor cantidad de harina. Sabiendo esto no os resultará complicado prepararla.
Os cuento cómo.
Necesitamos (para 4 pizzas pequeñas)
- 75 grs de masa madre
- 225 grs de agua
- 325 grs de harina de fuerza
- 8 grs de sal
Preparación
Mezclamos la masa madre y 125 gramos de agua (tibia) en un cuenco hasta disolver. Añadimos 150 gramos de harina, removemos hasta incorporar. Cubrimos la mezcla con papel film y dejamos reposar en la nevera durante 12 horas (aproximadamente, no pasa nada si es más).
Transcurrido el tiempo de reposo añadimos el resto de ingredientes. Comenzamos por el agua y removemos hasta homogeneizar, después la sal y, por último, la harina, que incorporaremos poco a poco y terminaremos amasando sobre una superficie lisa.
Cuando tengamos una masa homogénea la dividimos en cuatro parte iguales, las colocamos en un recipiente engrasado, lo cubrimos con un trapo y dejamos reposar una segunda vez durante un par de horas.
Una vez reposada la masa, enharinamos la superficie de trabajo y extendemos cada una de las porciones de masa en la forma y grosor preferido. A mi, personalmente, me gustan las bases de pizza muy finas porque quedan más crujientes pero esto va en gustos.
Cubrimos con los ingredientes que más nos gusten (salsa de tomate, queso de cabra y pimientos caramelizados - en mi caso) y horneamos a 250 ºC durante 6-8 minutos.
Servimos inmediatamente, acompañada de una ensalada de hojas verdes.