Alcanzada apenas la Independencia nacional, el capitán George Francis Lyon, de la Marina Real Inglesa, fue comisionado en 1826 por las compañías mineras de Real del Monte y Bolaños para explorar las posibilidades económicas de la minería mexicana, razón por la cual recorrió durante ocho meses a caballo gran parte del país. En su libro “Residencia en México, 1826”, menciona el camino Bolaños-Guadalajara como uno de los más peligrosos, debido a la proliferación de asaltantes que robaban y mataban a los viajeros. Acompañado por dos ejecutivos de la empresa minera, dos arrieros, algunas mulas cargadas y unos cuantos caballos de montar extras, G.F. Lyon salió el 31 de agosto de 1826 de Bolaños, siguiendo el curso del río del mismo nombre hacia el Sur, para llegar a Guadalajara el 5 de septiembre, es decir, cinco días de viaje, durante los cuales se enfrentó a cuatro distintas amenazas de asalto, de las cuales salió ileso, gracias en buena medida a su formación militar. Dice que luego de pasar la hermosa aldea de Chimaltitán, subieron por la Cuesta Pericos y luego a Potrerillos, hasta llegar a un cerrado desfiladero donde encontraron a tres pobres hombres, quienes nos informaron que dos días antes los habían detenido y robado trece hombres bien armados. Aparte de robarles sus pertenencias, los bribones los habían desnudado y abandonado junto al camino, atados de pies y manos, hasta que fueron encontrados por unos viajeros. Luego, al arribar a la Hacienda de La Estanzuela, la caravana inglesa encontró a un grupo de 17 mercaderes armados con cargas valiosas procedentes de Guadalajara. El día anterior esta gente se había topado con 15 ladrones, bien montados y fuertemente armados, pero al enfrentarse, los mercaderes los hicieron huir. Ahí se dio cuenta que casi todos los bandidos y especialmente el capitán de esa gavilla, eran conocidos en Guadalajara, donde gastaban sin temor alguno el dinero robado en el camino, a pesar de los múltiples reportes y quejas de los mercaderes. Ante semejante riesgo el capitán inglés contrató a otros cinco hombres armados para reforzar el grupo y continuar su camino hasta San Cristóbal, pasando por la Cuesta del Malacate, donde tres viajeros más habían sido atacados. Ya en San Cristóbal, la caravana se acomodó en el portal de la tienda del alcalde. Ahí llegaron noticias frescas de los ladrones, que habían pillado una gran recua de mulas por El Paso del Escalón, casi a la vista de Guadalajara. Entonces, el alcalde ofreció acompañar a Lyon hasta Guadalajara, con otro grupo armado igual al de él, para completar una fuerza de 17 hombres armados. Cerca de Milpillas encontraron a 11 hombres a caballo; al principio pensaron que serían ladrones, pero resultaron viajeros decididos también a resistir a los bandidos. Durante todo el trayecto, G.F. Lyon dice haber encontrado 11 cruces rústicas que marcaban el sitio del entierro de las víctimas de los ladrones, con una inscripción en que pedían una oración por el bien de su alma. Para colmo de males, al arribar a Guadalajara, la comitiva inglesa fue detenida en la garita, donde los celosos guardianes examinaron todos los baúles. A Lyon le quitaron 500 dólares, acusándolo de contrabando, ya que en aquel tiempo era delito pasar dinero de un Estado a otro sin permiso. Mi propiedad se hubiera perdido para siempre si no hubiera sido por la amable ayuda de mi amigo don Manuel Luna, para quien había traído cartas de recomendación y cuyo carácter y hospitalidad son proverbiales, concluye el ilustre viajero.
Fuente: G. F. Lyon. Residencia en México, 1826.