Planes para disfrutar del otoño en Andorra

Por Termalistas @Termalistas


Visita Andorra

El Principado ofrece una amplia gama de actividades en la naturaleza, así como una extensa oferta de opciones culturales, gastronómicas y de relax para desconectar durante el puente del Pilar.


Con la llegada del otoño, Andorra se convierte en el paraje ideal para disfrutar de escapadas en familia, pareja o amigos gracias a sus numerosas opciones de ocio, gastronomía y cultura. Así, cuando los árboles empiezan a cambiar el color de las hojas, el país de los Pirineos en su faceta más verde es una de las destinaciones más próximas capaz de enamorar a muchos visitantes durante el puente del Pilar.



Reenamorarse entre montañas:
Durante el mes de octubre, un buen plan para disfrutar del paisaje de Andorra es conocerlo paso a paso. Entre las principales rutas de senderismo del país está el Valle del Madriu-Perafita-Claror, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2004, que engloba cinco refugios de montaña para pasar la noche disfrutando de las estrellas. Además, este circuito tiene un importante componente cultural que maximiza el encanto de la travesía.


Otra ruta de senderismo con especial atractivo por su riqueza floral transcurre por el Parque Natural del Valle de Sorteny, que reúne más de 700 plantas fanerógamas y 50 de ellas son endémicas de los Pirineos. Asimismo, la Ruta de les Pardines comparte el mismo encanto que la ruta anterior, pues cuenta con un jardín botánico de especies autóctonas, saltos de agua en el camino y vistas a los picos de Llevant, Torralleda y de la Pala Alta. El camino acaba en el lago de Engolasters.



Un camino hasta la historia de la metalurgia:


La conocida Ruta del Hierro es una de las opciones más populares entre familias que quieren explorar la naturaleza sin renunciar a conocer la parte más cultural de Andorra. En este caso, el sendero de 2 horas de duración permite conocer una de las actividades más importantes del país desde el siglo XVII hasta finales del XIX: la metalurgia. Para entender más sobre la cultura de Andorra, el país alberga varios museos de temática curiosa como el del automóvil, miniatura o perfume, o pueblos con encanto como Pal, Ordino o Bixessarri.



Aventura los 365 días del año:


Sea la época del año que sea, la aventura en Andorra nunca cierra sus puertas. Naturlandia es un parque de aventuras situado en Sant Julià de Lòria que durante toda la época de año ofrece dos espacios con atractivos para toda la familia. Por un lado, el parque de animales situado a 2.000 metros de altura permite observar las especias más representativas de los Pirineos. Por otro lado, el espacio dedicado a las atracciones alberga el Tobotronc, el tobogán alpino más largo del mundo con 5,3 km de longitud y 400 metros de desnivel; o el Airtrekk, un circuito para que adultos y niños disfruten de un itinerario con 54 elementos de superación y una tirolina de 180 metros.



Refugiarse entre aguas termales y hoteles exclusivos:


Escaparse a algún lugar, por pocos días que sea, requiere horas y horas de pasear y explorar un país para descubrir todos sus rincones. Sin embargo, Andorra cuenta con centros wellness de referencia donde descansar no se convertirá en un pasa tiempo para reponer energías, sino en un momento para disfrutar.


Caldea, el centro termal más grande del sur de Europa, contiene cascadas, burbujas, chorros de hidromasaje y otras muchas formas de aplicación de aguas termales para conseguir el pleno bienestar de forma lúdica. Por otro lado, Inúu, un espacio anexo a Caldea, contempla una amplia variedad de programas adaptados a las necesidades de cada persona. Algunos de los tratamientos del centro son masajes relajantes japoneses como el Shiatsu o el DOJI, el masaje tailandés o el masaje relajante Abhyanga, con productos originarios de la India. La experiencia de bienestar puede seguir con una estancia en algunos de los hoteles con más encanto de Andorra como el Sport Hotel Hermitage & Spa o el Andorra Park Hotel.


Para completar cualquier visita a Andorra es imprescindible pasear por las avenidas y centros comerciales para darse algún capricho y, finalmente, irse con buen sabor de boca habiendo comido en una borda andorrana, restaurantes con comida tradicional que antiguamente se utilizaban para guardar el ganado, acompañados de un buen vino de altura.