Al pisar el jabón de las Primarias Zapatero salió despedido hacia
adelante para, mientras se ponía la gabardina manteniendo
milagrosamente el equilibrio, pisar la cáscara de plátano que
había tirado un viandante con barbas, lo que le llevó a meterse en
una mancha de aceite sindical sobre la que se deslizó hasta una
placa de hielo financiera, en la que realizó un meritorio paso de
ballet antes de estrellarse contra la barrera móvil que lo arrastró
hasta la puerta giratoria que lo delvolvió a la Moncloa, justo en
el momento en que terminaba de abrocharse la gabardina.
"Por fin terreno firme", suspiró, antes de que el suelo
se abriera bajo sus pies.