Plantas, arquitectura y jardines verticales

Por Areche
Todos conocemos este jardín vertical, el cual captó toda la atención de los medios de comunicación el día de su inauguración. Pero este tipo de mantos verdes resultan carísimos tanto de instalar, como de mantener. Y las soluciones que en principio nos pueden parecer más asequibles, resultan inciertas, guardan innumerables problemas y habitualmente terminan en fracaso.
Mi experiencia siempre me ha hecho dudar de la jardinería como herramienta para lograr según que fines. En mi infancia invertí gran parte de mis horas de ocio detrás de una pelotita en el paseo del Queiles de Tudela, el cual supuso todo un laboratorio de jardinería.
El parque, obra de Moneo Y Blasco, apostaba por la creación de una pérgola que con el paso de los años debía ser cubierta por plantas trepadoras. Para ello, la estructura de hormigón era complementada por una red de alambres que servirían de guía, pero estas plantas al llegar a la máxima altura y tratar de expandirse por lo cables, terminaban cediendo a la grabedad,  descolgándose sin remedio. Un fracaso que se confirmó cuando el ayuntamiento cubrió dicha pérgola.
Otro de los experimentos, fue la colocación de una serie de arcos a lo largo de un camino, los cuales acogían unos pinos que los jardineros se afanaron en guiar por ellos. Con ello, se buscaba dar sombra y crear un acceso idílico a la residencia de ancianos que en el parque se encuentra, sin embargo, los pinos nunca crecieron lo suficiente y nunca cerraron los arcos. Y por último, se dispusieron una serie de arbustos que al igual que hace hoy Moneo en la cubierta del Prado con bogs, conformasen unos diseños geométricos. El problema de este tipo de plantas es que al podarlo constantemente, la planta no crece en volumen, pero continua aumentando su ramaje mientras el jardinero le disminuye la cantidad de hojas, con lo que termina muriendo.
Y con esto llegamos al último fracaso que han reflejado los medios (noticia El País).
Hace un par de años visité la nueva barriada de Vallecas con un amigo para ver el laboratorio arquitectónico en el que se ha convertido, y mantuvimos un debate sobre la viabilidad de la propuesta del arquitecto chileno Germán del Sol. El tiempo parece haberme dado la razón.
Las plantas trepadoras que debían cubrir el edificio guiadas por los "andamios" que vemos en la imagen, nunca alcanzaron más de un metro de altura y el 3D que adjunto parece imposible que lleguemos a conocerlo. De haber funcionado, estas planta hubiesen ayudado en unos años a mejorar los valores térmicos y el consumo energético del edificio, pero como ya he expresado, no veo acertado confiar este fenómeno al crecimiento de estas plantas, menos aun cuando estas dependen de un vecindario que parece no haber entendido la función de esos andamios que no paran de pedir que sean eliminados.
Sin embargo, en muchas ocasiones, sin perseguirlo, se ha logrado que la vegetación ayude al mimetismo de la arquitectura en el entorno. Un gran ejemplo puede ser el museo de arte contemporáneo de Santiago de Compostela diseñado en piedra por Siza. El húmedo y lluvioso clima gallego no hace distinciones y viste todo el casco antiguo compostelano con musgos y líquenes que no han dejado exentas ni piedras románicas, ni contemporáneas.
Sabiendo esto, los arquitectos Nieto y Sobejano, esperan que este mismo fenómeno ocurra en su último proyecto en San Sebastián. Para ello favorecen la aparición de esta vegetación con una fachada perforada en la que "plantarán" las semillas que dan origen a estos musgos. Mi única duda es la orientación sur de la ampliación del museo de San Telmo, en especial en la plaza Zuloaga (en imagen), pues todos sabemos que estas plantas prefieren la orientación norte.