Hay viajes de todas las formas y colores y mi periplo de mayo ha sido un viaje que podríamos catalogar de ocio/ formación. El motivo era un congreso nacional de blogueros de viajes con charlas interesantes y también alguna excursión para hacer eso que más nos gusta hacer: conocer lugares nuevos y disfrutar de ellos. Por ello, pude conocer Plasencia y el Valle del Jerte, aunque el grado de profundización no fue muy elevado dadas las circunstancias. Un viaje diferente, aunque un viaje muy interesante.
Mi primera toma de contacto fue una ruta guiada nocturna ofrecida a los viajeros por el Ayuntamiento que nos adentró en los secretos de su historia. Comenzamos en su Plaza Mayor, recoqueta y centro de todas las miradas, antaño mercado y hoy lugar de reunión de lugareños y visitantes. Llama mucho la atención una bonita casa de color rojo en una de las esquinas de este punto de referencia, estéticamente muy llamativa y construida en época de las Segunda República para tapar la vista a otros edificios religiosos que le siguen. Además, por supuesto, la Plaza Mayor está llena de bares y restaurantes para poder disfrutar también de otra de las especialidades del lugar: su gastronomía.
Posible de atisbar desde diferentes lugares céntricos, la catedral nueva de la urbe es una de sus visitas más importantes, además de la reina de la ornamentación de todos los centros religiosos extremeños. Imposible no quedarse maravillado con sus dos fachadas renacentistas de estilo plateresco. Es también muy recomendable visitarla por dentro, ya que su retablo mayor de estilo barroco merece también toda la atención, aunque por el horario yo no pude disfrutarla y os la recomiendo basándome en su imagen de Internet. A su lado está la construcción conocida como catedral vieja de Plasencia, buen ejemplo de transición del estilo románico al gótico y que alberga el Museo Catedralicio de Plasencia.
Seguimos nuestro paseo por las calles empedradas disfrutando de la tranquilidad de este destino para hacer una nueva parada en la Plaza San Vicente Ferrer. Si aún no has decidido donde alojarte, allí te espera el parador nacional, emplazado en un antiguo convento y con unas instalaciones dignas de las cuatro estrellas de las que hace gala. En la plaza también podréis visitar el imponente palacio renacentista de Mirabel y la iglesia de San Nicolás, cerrando un recorrido corto pero agradable a la ciudad de Plasencia.
Valle del Jerte y Garganta de los Infiernos
Pero la foto al norte de Extremadura se hubiera quedado coja si no hubiera podido disfrutar de un pequeño recorrido por el Valle del Jerte, un paisaje muy diferente de otras zonas de la región, colindante ya con la Sierra de Gredos y cuyo paisaje se puede disfrutar desde zonas altas que alcanzan los 1.600 metros. Hasta esta altura pude subir gracias a la empresa ‘La Garganta de los Infiernos’, con la que hice la ruta y que nos permitió entrar en una zona de acceso restringido. Tienen rutas a partir de 8 euros, pero lo más interesante es hacer aquellas de media jornada que por unos 40 euros, te enseñan los bellos rincones de esta zona de Extremadura: cataratas naturales en el Valle del Jerte, rutas ornitológicas por el Parque Nacional de Monfragüe o rutas de senderismo por diferentes lugares de la región.
El camino, que hicimos en 4×4 en uno vehículo exmilitar ahora destinado a este uso, fue ya una demostración de lo que este paisaje tenía que depararnos: picotas que poder probar directamente sustraídas del árbol, flores de todos los colores o buitres leonados que alcanzan una envergadura superior a dos metros se pusieron en nuestro punto de mira y gracias a las explicaciones de nuestro guía, pudimos aprender un poco más sobre estos elementos de la naturaleza.
Tras varias paradas para disfrutar del camino, la pausa más larga la hacemos en un mirador donde poder hacernos idea del Valle del Jerte en su conjunto. La paz que se respira en estos lugares, con el paisaje como valor añadido, hacen que se haga del todo imprescindible parar para disfrutar de lo que tenemos delante. Además, allí sacamos la comida compuesta por productos de la tierra y la bota de vino para sumergirnos de lleno en la vida local. O intentarlo
Continuamos nuestro recorrido, que nos llevará finalmente a los pilones de la Garganta de los Infiernos, viendo también grandes formaciones de granito de forma irregular formadas por la erosión o una especie de arcoiris formado en el cielo sin lluvia.
Las piscinas naturales de la Garganta de los Infiernos son el final del trayecto y el destino deseado de esta ruta. La fuerza de la naturaleza, a través de la erosión del agua y la fuerza de las piedras, ha modulado un paisaje que resulta a los ojos del viajero un lugar tentador; una playa fluvial donde además de poder darte un chapuzón refrescante, lo haces en un lugar que parece diseñado hasta el último milímetro por lo armonioso de su composición. ¡Bendita naturaleza! Nosotros no llevamos bañador, así que sacamos muchas fotos y descansamos en las piedras donde no llega el agua. Disfrutamos de este lugar, un placer para todos los sentidos, esperando poder hacérselo descubrir a mucha gente más.
- Cómo ir de Madrid a Plasencia: yo fui en coche en un trayecto de dos horas y media aproximadamente.
- Hotel: Me alojé en el hostal El Rincón Extremeño, correcto, limpio y muy céntrico. El precio fue 50 euros la noche por habitación triple, por lo que además no fue demasiado caro.
- Visitas guiadas por Plasencia: Se puede contactar en el siguiente email: secretariaconcejalias@aytoplasencia.es.
- Cómo contratar excursiones al Valle del Jerte u otras zonas interesantes: Gargantadelosinfiernos.com
- Donde comer y beber: Hay un montón de restaurantes en la Plaza Mayor.