Playas de invierno

Por Davidalvarez
La costa occidental de Asturies esconde rincones de gran belleza que apenas son conocidos. Pequeñas calas, en ocasiones de unas pocas decenas de metros de longitud a las que muchas veces solo se puede acceder por estrechos y peligrosos caminos en el acantilado. En invierno, la mayoría de estas playas están desiertas y solo algunos pescadores y mariscadores locales bajan de vez en cuando cuando la mar se lo permite.

Son playas de cantos rodados que las olas mueven y cambian de sitio con las mareas, playas con rocas de aristas afiladas y otras pulidas y erosionadas después de muchos años, playas ruidosas y vivas.

Afortunadamente no son playas cómodas para la mayoría de los bañistas de toalla y crema solar, a pesar de que en algunas se han construido accesos con escaleras y barandillas de muy dudoso gusto, y esto las ha salvado de la especulación urbanística y de la basura multicolor con que nuestra especie decora las playas en las que se siente más a gusto.
Y es ahora, en invierno, con cielos grises y nubes amenazadoras, con olas que rompen contra el acantilado y con el ruido de las piedras arrastradas por la resaca, cuando nos enseñan todo su encanto.