Playas paradisíacas en Costa Adeje

Por Chicharros Enlatados

Playa de Las Américas, Adeje

Hasta ahora, todo el que ha visitado el sur de Tenerife se ha quedado estupefacto. A nosotros también nos pasó, no es para menos: construcciones sin orden ni criterio incluso en las montañas, hoteles de lujo y hasta temáticos, guiris por todas partes, playas artificiales, pocos canarios, menús en inglés y alemán, edificios en primera línea de playa, todo tipo de parques temáticos y centros comerciales...
La semana pasada estuvimos buscando un oasis en el desierto, una playa situada junto a La Caleta que, según nos había confesado Diana, bien merecía una visita. No hubo fortuna, no habíamos estudiado detenidamente la ruta de acceso.

Playa de Los Morteros, Adeje (Foto: Auro)

Ayer sí hicimos los deberes y el resultado fue satisfactorio. Llegamos con el coche hasta La Caleta para aparcar junto a la montaña que marca el fin del pueblo por su extremo oriental. Allí aparecen unas empinadas escaleras entre los apartamentos. Tras subirlas, comienza una travesía de unos 5 minutos por un sendero que lleva directamente hasta la Playa de Los Morteros, una pequeña cala de piedras negras y agua cristaliana rodeada de acantilados, perfecta para acampar. Espectacular. En uno de sus extremos hay cuevas excavadas en la piedra en cuyo interior se aprecian los restos de alguna que otra fiesta, posiblemente 'hippy' o 'rastafari'.
Justo enfrente, otra montaña atravesada por un sendero marca el camino hacia nuestra meta: la Playa Blanca o de Diego Hernández. Aunque este trayecto es algo más empinado, en otros cinco minutos se llega a la parte superior, desde donde ya puede contemplarse la playa en todo su esplendor: fina arena blanca y aguas transparentes bajo una colina en cuya parte superior se eleva un lujoso campo de golf; un contraste realmente espectacular.

Playa Blanca o de Diego Hernández, Adeje (Foto: Auro)

Al igual que Los Morteros, Playa Blanca (situada justo en medio de las localidades de La Caleta y El Puertito) también está copada por los campistas, a los que aquí se une algún que otro bañista despojado de toda ropa (está catalogada como nudista). Una gigantesca roca divide la playa en dos partes perfectamente distinguibles y al fondo se aprecian algunas plataneras, así como una infinidad de hoteles. Efectivamente, esta aldea gala en tiempos de los romanos merece la pena, y mucho.