Plaza de Capuchinos

Por Ciryab

El gran cocinero P. Bocuse, poseedor de todas las estrellas de la famosa guía, decía en una entrevista leída hace tiempo, que su trabajo consistía en aplicar lo que encabezaba la carta de su restaurante: Lo más sencillo, siempre es lo más difícil.La Plaza de Capuchinos, logra hacer rotunda y suya esta frase. Particularmente creo que en pocos lugares se consigue con lo más sencillo hacer algo tan especial.
Plaza viva, en la que siempre te encontraras a personas delante de ese paso de Semana Santa permanente, en conversación callada con el crucificado




Rafael de la Hoz es más sutil con las palabras sencillo y difícil… “jamás en arquitectura se ha dicho más con menos” El Poeta Ricardo Molina dijo “que no es más que un rectángulo de cal y cielo” Por mi parte, añadiría que Capuchinos es un poema de cal y piedra


Ramírez de Arellano en sus Paseos por Córdoba, nos cuenta que la autoría del crucificado -1794- ha estado dividida entre Gómez de Sandoval y Juan Navarro León, inclinándose los expertos por este último –doctores tiene la iglesia- 

Cristo de los Desagravios y Misericordia, este es su verdadero nombre, aunque siempre será y es llamado el Cristo de los Faroles


Permitidme que os cuente un momento curioso e irrepetible que me ocurrió en esta Plaza: en mis comienzos fotográficos, con la única compañía de las palomas picoteando el empedrado, con trípode, mediciones hechas y disparador a distancia preparado, y esperando que cuando apareciesen los primeros rayos de sol se produjera el momento de capturar la instantánea imposible, el sol, muy lentamente empezó a dibujar la cruz en la pared matizándola cada vez más y ascendiéndola muy despacio me fue imposible accionar el disparador, me olvide por completo para que había ido allí. Ese día escuche la música callada de un instante esa fotografía está solo en mi cabeza, pero cada vez que visito la plaza, miro la pared.
Qué duda cabe, cualquier momento del día es bueno para visitar la plaza, la única condición como en todo- es ir dispuesto a mirar y no quedarnos en el ver. Según la hora del día los matices son distintos, pero en la noche, ella está envuelta en lo mágico, en el misterio, en lo cálido y sensual es, la otra alma de Córdoba



Al salir de la plaza por Bailío, nos encontramos la casa palacio que le da nombre a la calle
En un lateral, nos encontramos un azulejo de la Señora de Córdoba, al que la buganvilla trata de tapar todas las primaveras sin conseguirlo. Este azulejo fue realizado en 1924 por Rodríguez Rillon. Hasta 1939  no se coloco en su actual emplazamiento tras lago litigio entre la hermandad y el Ayuntamiento, que no permitió que se colocara en la plaza

Treinta y un escalones que al subirlos te pueden llevar a lo místico, pero fíjate bien al bajarlos porque son cofrades.