Los Marx encadenaban éxito tras éxito de ahí que, tras el estreno de Los cuatro cocos en 1929, rodaran una película cada año. La correspondiente a 1932 fue Plumas de caballo.
Harry Ruby, Bert Kalmar, S.J. Perelman y Will B. Johnstone repitieron como guionistas con la colaboración de Arthur Sheekman y Nat Perrin que no aparecieron en los títulos de crédito. Además, los dos primeros también se encargaron del apartado musical, o sea, en esta cinta sí “sufrimos” alguna que otra canción. Para dirigir todo el cotarro volvemos a encontrar al tranquilón Norman Z. McLeod que todavía no había perdido sus pantalones…
El profesor Quincy Adams Wagstaff (Groucho) es nombrado rector de la Huxley Collage en la que estudia su hijo Frank Wagstaff (Zeppo) que está enamorado de Connie Bailey (Thelma Todd), una viuda de la universidad (¿?)… La Huxley necesita formar un equipo de fútbol americano competitivo que pueda vencer a la Universidad de Darwin y para ello hay que fichar a dos nuevos jugadores. Frank le indica a su padre la dirección de un garito clandestino donde puede encontrarlos, pero se confunde y “ficha” al repartidor de hielo Baravelli (Chico) y a su socio el perrero Pinky (Harpo) a los que también matriculaen la facultad. Connie, por su parte, “trabaja” para un mafioso que sí ha fichado a los verdaderos jugadores y, además, ha apostado por Darwin. La “viuda de la universidad” se ha camelado a Frank y luego lo hará con el rector para sonsacarles las tácticas que Huxley efectuará en el partido. Cuando Wagstaff se da cuenta de que Baravelli y Pinky no son jugadores, les pedirá que secuestren a los verdaderos.
Ufff, pensé que sería incapaz de resumir el argumento de Plumas de caballo porque, como podéis comprobar, vuelve a repetirse el caos que caracterizaba a Pistoleros de agua dulce. Sin embargo, en este caso la inclusión de varios números musicales convierte la película en algo farragoso y, por qué no decirlo, aburrida en muchos momentos y eso que dura poco más de una hora (la más corta de todas sus cintas). Evidentemente (y como siempre) las apariciones de Chico, Harpo y Groucho son lo único destacable.
Se trata de la segunda película en la que no aparece Margaret Dumont, pero sí Zeppo repitiendo el papel de enamorado con algunas líneas más de texto, aunque con la misma interpretación plana a la que nos tiene acostumbrados. El pequeño de los Marx siempre acusó a sus hermanos de entorpecer su consolidación como actor, pero visto lo visto hasta diría que le hicieron un favor.
El personaje de enamorada-malvada recayó en Thelma Todd siendo esta la última cinta de los hermanos Marx en la que participaría y, como ya comentamos en una reseña anterior, su muerte a los 30 años de edad nos impidió disfrutar de su presencia en alguna otra producción de los Marx. Thelma inició su carrera cinematográfica tras ser descubierta en un concurso de belleza llegando a actuar en más de 130 películas compartiendo reparto con artistas de la talla de Buster Keaton, Laurel y Hardy, Gary Cooper o Spencer Tracy. Pero la vida personal de la actriz estaba marcada por el alcohol, las drogas y por sus turbulentas relaciones amorosas. Uno de sus romances más sonados fue el que mantuvo con el famoso gángster Lucky Luciano.
“Es usted una mujer que ha tenido muy mala suerte. (Lucille acerca su seno al rostro de Groucho). Bueno, podemos limpiar y tensar sus frenos, pero tendrá que quedarse en el garaje toda la noche”.
Sin comentarios…
Pero volviendo a Plumas de caballo. Como siempre poco importa la trama frente a los inspirados hermanos y hay que señalar que Chico y Harpo están especialmente acertados, por lo menos mucho más que en Pistoleros de agua dulce. Pero dejémonos de rollos y veámoslos en acción:
. El nuevo rector toma posesión de su cargo.
. El prescindible Zeppo encadena más de tres frases seguidas. Aquí está la prueba de ello.
. La descacharrante escena de la contraseña.
. Qué dura es la jornada laboral de un rector…
. Una delirante matriculación y Harpo en plan “Fahrenheit 451″.
. Una clase magistral.
. Thelma y Groucho.
. Diálogo surrealista entre Wagstaff y Baravelli.
Briony