Un informe interno del Citigroup entiende lo anterior como un sistema en el cual los ricos dominan los ingresos, riqueza y consumo, su tesis es que los ricos son los promotores dominantes en la demanda en muchas economías alrededor del mundo y que los capitalistas globales van a obtener una parte aun más grande de la riqueza mundial sobre los próximos años.
El documento del Citigroup especifica que hay consumidores ricos, pocos en numero, pero desproporcionados en el porcentaje gigantesco de sus ingresos y consumos que ejercen. Y hay el resto, los “no ricos”, las multitudes numerosas, pero que aportan sorprendentemente poco al consumo mundial”. Llaman a esas multitudes numerosas: “las masas”, “los inquilinos” (peasants, en el sentido de ocupantes temporales, no educados y casi sin derechos).
En Estados Unidos el 1% de la población posee la misma riqueza que el 90% de menores ingresos, siendo el 20% más rico quien consume más de la mitad del total de lo existente en el mercado, siendo por tanto el 1% de la población quien decide, a través de su capital e inversiones, la política económica nacional.
El estudio del Citigroup ve una oportunidad de negocio en la plutonomía y señala a la democracia como la única amenaza, al tener la misma capacidad de voto cualquier persona y poder inclinar la balanza hacia un gobierno que limitara la acumulación de capital de este modo.
Para nadie es un secreto que para el 1% no hay crisis sino que todo va bien. Son más ricos que nunca, más poderosos que nunca y controlan el sistema político, de espaldas a la mayoría. Si nada se lo impide.
El Citigroup, durante décadas, ha sido uno de los bancos de inversión más corruptos. Sin embargo, ha sido rescatado una y otra vez con dinero de los contribuyentes. Ese banco que anunciaba que el mundo se está dividiendo en dos bloques: la plutonomía y el resto, trabajaba para que se favoreciera en todo a los ricos y el resto bien podía fastidiarse. No importaba. En realidad, no eran necesarios. Estaban allí para sostener a un Estado poderoso, que rescataría a los ricos en caso de que se metieran en problemas.
Ahora, estos sectores que suelen denominarse “precariado” –gente que vive una existencia precaria en la periferia de la sociedad–, son cada vez menos periferia. Se están volviendo una parte sustancial de la sociedad mundial. Y los ricos no lo ven tan mal.
Recordemos que, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, llegó a ir al Congreso, durante la gestión de Clinton, a explicar las maravillas del gran modelo económico que tenía el honor de supervisar. Fue poco antes del estallido del crack en el que tuvo una responsabilidad clarísima. Todavía se le llamaba “San Alan” y los economistas profesionales no dudaban en describirlo como uno de los más grandes. Dijo que gran parte del éxito económico tenía que ver con la “creciente precariedad laboral”. Si los trabajadores carecen de seguridad, si forman parte del precariado, si viven vidas precarias, renunciarán a sus demandas. No intentarán conseguir mejores salarios o mejores prestaciones. Resultarán superfluos y será fácil librarse de ellos. Esto es lo que, técnicamente hablando, Greenspan llamaba una economía “saludable”. Y era elogiado y enormemente admirado por ello. (¿Nada que ver con las políticas de Rajoy verdad?)
La cosa, pues, está así: el mundo se ha dividido en plutonomía y precariado –el 1 y el 99 por ciento. Ahora, es la plutonomía quien tiene la iniciativa y podría seguir siendo así. Si ocurre, la regresión histórica que comenzó en los años setenta del siglo pasado podría resultar irreversible. Todo indica que vamos en esa dirección. ¿Se podrá hacer algo al respecto?