Esa aparente contradicción queda claramente explicada en el Estado de la población mundial 2009, presentado mundialmente el pasado 18 de noviembre por el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (FNUAP).
"Debido a su mayor pobreza, a su menor poder sobre sus propias vidas, al menor reconocimiento de su productividad económica y a la desproporcionada carga que soportan en la reproducción y crianza de los hijos, las mujeres afrontan dificultades adicionales a medida que va cambiando el clima", indica el informe.
Titulado "Frente a un mundo cambiante: las mujeres, la población y el clima", el texto precisa también que las desigualdades de género acentúan esta vulnerabilidad.
Recluidas en sus hogares, a veces embarazadas, las mujeres tienen más dificultades para huir ante eventos meteorológicos repentinos. Generalmente les toca, además, poner a buen recaudo a infantes y personas mayores de edad.
"En algunos casos, la emigración de los varones puede también agravar la vulnerabilidad de las mujeres a los efectos de los desastres naturales, y hay pruebas objetivas de que la vulnerabilidad ante dichos desastres difiere entre los hombres y las mujeres", indica el informe.
Según las estadísticas, "los desastres naturales cobran mayor cantidad de vidas de mujeres que de hombres, o matan a las mujeres a edades más tempranas que a los hombres", revela además el FNUAP.
Sin embargo, justamente por su papel de aseguradoras de los hogares, en la educación y formación de valores de la generación más joven, están en una invaluable posición para promover cambios en el comportamiento futuro de las personas frente al entorno.
Según investigaciones realizadas en 2008 por la Organización de Cooperación y Desarrollo (OCDE), las mujeres suelen ser "consumidoras sostenibles" en mayor número que los hombres; es decir, compran alimentos orgánicos, producidos con métodos respetuosos del medio ambiente y están más interesadas en un aprovechamiento inteligente de la energía.
"Hay un arma poderosa, que nunca se ha empleado adecuadamente: el sentido común que las mujeres, en su mayoría, poseen", asevera Monique Barbut, directora del Fondo para el Medio Ambiente Mundial, entrevistada para el informe.
"Si las políticas de los gobiernos las apoyan en su vida, educación, salud y desarrollo, la contribución que podrán hacer ante el cambio climático es incalculable", asegura a SEMlac Robert Engelman, autor principal de la compilación del FNUAP y vicepresidente de programas del World Watch Institute (WWI).
En ese camino, el acceso de las mujeres a la educación y a la planificación familiar, por solo citar dos ejemplos, implicaría no sólo el ejercicio de un derecho elemental, sino también una estrategia para reducir las emisiones contaminantes.
Pero, según Engelman, en los más de 30 años de discusiones que desembocarán en la próxima Conferencia de las Partes de la Convención Marco de la ONU sobre el cambio climático (COP XV), en diciembre, en Copenhague, "la atención que se ha prestado a las mujeres en ese proceso no ha sido ni de cerca la que se debería haber tenido".
Para acentuar la inequidad, sólo alrededor del 15 por ciento del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, creado en 1988) son mujeres. Y en las negociaciones sobre cambio climático la proporción es de 28 por ciento.
Ponente principal de un taller con periodistas de la región, realizado en la capital mexicana poco antes de la presentación mundial del informe, Engelman sostiene que esta situación podría ser consecuencia de que, hasta hace muy poco, el cambio climático fue más un asunto científico y técnico, y se ha enfocado menos desde una perspectiva humana.
Miradas profundas
El Estado Mundial de la Población 2008 refiere que son escasos los estudios que vinculan el cambio climático con la demografía, pese a que el aumento de la población mundial va de la mano del incremento de los gases que provocan el calentamiento global.
Estructurado en seis partes o capítulos, el propio texto intenta subsanar ese déficit.
Así, explica los elementos más importantes del cambio climático y su impacto sobre el planeta, particulariza en las migraciones provocadas por fenómenos ambientales y las capacidades de las diferentes regiones —en particular de las mujeres— para adaptarse a estos fenómenos.
Igualmente, aborda elementos sobre cómo movilizarse para "contrarrestar las emisiones de gases de efecto invernadero y prevenir una catástrofe" y se pregunta qué hacer en ese camino y cómo potenciar el papel de la población femenina.
En línea con la razón de ser del FNUAP, el informe llama a poner a las personas en el centro de todos los análisis, principio con el cual coincidieron las y los periodistas reunidos en la capital mexicana.
Para Erika Cervantes, coordinadora de Redes de Periodistas de la Agencia de Información CIMAC y conductora de una sesión de trabajo del taller, es importante encontrar los nexos del informe con las realidades particulares de los países de la región y las acciones que estos están promoviendo en función de mitigar los efectos del clima.
Una mirada profunda a la relación entre mujeres, población y clima, por tanto, no puede ignorar que en América Latina y el Caribe uno de cada tres hogares tiene a una mujer al frente.
Tampoco podría desconocer que, en los últimos 20 años, el número de personas afectadas en la región por desastres naturales ha pasado de 174 millones a 250 millones, sobre todo entre quienes viven en estado de marginación, en particular mujeres y jóvenes.
Una mejor protección para esa población, en una región habitada por casi 580 millones de personas, pasa necesariamente por abrir oportunidades a la población femenina en materia de educación, empleo, acceso al crédito, a los medios de producción y a salarios dignos.
Una recomendación del informe del FNUAP, en particular, puede tener efectos beneficiosos en la región latinoamericana. El texto sugiere apoyar a las agricultoras para que se pongan al frente de las acciones de mitigación de los problemas ambientales, porque los cultivos perennes y los árboles retienen carbono en la tierra de manera natural.
Ellas producen, en términos generales, la mitad de los alimentos del mundo y, en los países en desarrollo, la proporción es de entre 60 por ciento y 80 por ciento de los alimentos, precisa el texto, que señala la conveniencia de "preparar instrumentos financieros para alentar esas prácticas", lo que "también podría tener efectos sustanciales sobre los medios de vida de las mujeres".
Por Dixie EdithOreba Obiin, combate la erosión costera en Kiribati mediante la plantación de plántulas de mangle. Foto UNFPA.Fuente: Semlac