Ha habido un conflicto en intereses en mi Gobierno. Mi ministra de Hacienda está obsesionada con subir los impuestos, algo que en principio me parece bien porque queremos que los ricos paguen más. Ahora bien, el concepto de “ricos” me han explicado que es difícil de definir legalmente y que, además, si les subimos mucho los impuestos lo mismo ya no me verían tan guapísimo y se irían a otro país. En esto, me hubiera venido bien la ayuda del Marqués de Galapagar, sobre todo ahora que tiene chalet lujoso.
Mi ministra (los del Gafotashhh la acusan de los ERE, algo totalmente falso, además de que hemos mejorado si la comparamos con Montoro: es mujer) ha contemplado un amplio abanico de medidas. Obligar a todas las Comunidades Autónomas a subir el impuesto de sucesiones, subir el impuesto de la renta, el de sociedades, amén de subir también la calefacción, los carburantes y la electricidad. Hemos dicho que es porque no afecta a los trabajadores. Bueno, no sé si afectará a los fachas que me critican desde su ordenador (gastan electricidad y además también energía), pero así se dedican a no hacerlo, que sienta muy bien. A los trabajadores no les afecta porque les paga todo la empresa. Cuando vuelven a su casa, se van a dormir: si ven la TV, pueden verla a oscuras que así disminuyen los costes de electricidad. Los estudiantes pueden levantarse más temprano y acostarse antes. Todos tenemos que colaborar con mi Ministerio de Transición Energética.
Como iba diciendo, ha habido un conflicto de intereses. Mi recién estrenado Ministro de Cultura y Deporte, consumado artista en tocarse las pelotas (¿servirá eso de energía? A lo mejor lo podemos usar para la Transición Ecológica… y ponerle un impuesto si no sirve) y con fama de culto entre los incultos, es un defraudador. Sí, pagó. Pero lo es. He tenido que hacerle dimitir. Lo malo es que encima escribió sus intenciones en Twitter.
Y claro, como él dice, la jauría, los fachas no le perdonan que no los quiera y se le han echado encima (no sexualmente, of course, eso a lo mejor le hubiera gustado) y le he tenido que decir que debía dimitir. Eran ideas de defraudador.
¿Cómo les voy a pedir a los españoles que paguen más impuestos con un ministro que no quería pagarlos? Una situación muy difícil desde el punto de vista del marketing de mi Gobierno.
Y ahora, ¿a quién nombro yo? Hmmm… Pues ya tengo candidato… Ya veremos qué hacemos con la SGAE después de pedirle que no cumpla con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid (Realmente era mi primera opción pero había que dar un escarmiento a los fachas: nosotros sí dimitimos… cuando nos pillan).
Qué poco nos gustan los tribunales. Salvo cuando condenan a los del Gafotashhh…