De ese valor se desprenden varios indicadores que marcan dura la realidad que los menores transitan en un país. En el caso de la alimentación, mientras un 29,3% tiene déficit en sus comidas, un 13% pasó hambre durante 2018, cita el documento que destaca además que crece de manera constante la asistencia a comedores infantiles alcanzado el 35%. Y en el mejor momento de Argentina tenemos la agradable visita de Bolsonazi, un tipo odiado por casi todo el mundo, homófobo, misógino, reivindicador de las dictaduras y las torturas. Que como era de esperar nos dice que tenemos que votar por MMLPQTP.
En definitiva, en los carteles de «se alquila» empieza a verse reflejado que la ecuación no cierra por ningún lado. Ni hablar, para los desocupados y precarizados que tienen que salir a ganarse la vida. Nadie -que viva de la producción y el trabajo- parece estar ajeno a esta situación de ajuste.
Pero este problema que aparece como muestra en lo local, no es más que la materialización de lo que ocurre a nivel general. Basta como ejemplo, que esta semana, en la fábrica de aviones de Córdoba Fadea, Macri anunció que una multinacional alemana producirá aerogeneradores para una trasnacional que produce energía en el país y el mundo.
La crisis evidencia cómo la economía de las cadenas globales del capital, se insertan en cada territorio y desplazan a cualquier economía en manos de la propia comunidad. Las penas son de nosotros, las inversiones vienen de afuera y no hacen más que alimentar los principales procesos de acumulación a nivel mundial.
La actividad económica se sigue cayendo a pedazos, el "carry trade" de la bicicleta financiera está más vivo que nunca, con un nivel de tasas que hacen inviable cualquier actividad productiva, y la inflación está lejos de retornar a niveles razonables. Las consecuencias son conocidas: caída del empleo formal e informal, aumento de la capacidad instalada ociosa, aumento de la pobreza y las situaciones de vulnerabilidad social, derrumbe de la industria y el consumo; todo eso sin contar que se dispare otra corrida cambiaria por acontecimientos internos o externos, frente a los cuales el modelo en curso no tiene defensas.
En ese contexto, el FMI desembolsó irresponsablemente 65.000 millones de dólares para un programa económico inviable, a un deudor insolvente y sin capacidad actual de pago, que en apenas 13 meses de vigencia del acuerdo tuvo que pedir tres “waivers” por desviarse de las metas pactadas; mientras madame Lagarde formula una tras otra declaración irresponsable, de tono injerencista en los asuntos políticos internos del país y entrometiéndose en la campaña electoral; a favor de su candidato (Macri), al que le financian la campaña con el costo de la factura pesando sobre el conjunto de los argentinos.
Y para rematar el dislate, las autoridades del Fondo nos dicen ahora que subestimaron el problema de la inflación y la magnitud de la crisis que, en buena meddida, ellos mismos causaron; o sea que una vez más y para variar, la pifiaron feo en el diagnóstico, en las propuestas y en los pronósticos, comprándose un enorme problema: con el préstamo a la Argentina de Macri (porque además abrieron el grifo de los desembolsos en su casi totalidad en éste mandato, dejándole al próximo gobierno los vencimientos) concentran el 61 % de su masa de créditos, en un único deudor.
Gane quien gane las elecciones, lo más probable es un nuevo default. El economista derechista Broda sostiene desde hace tiempo que la Argentina no va a tener plata para pagar la deuda el año que viene y puede entrar en default.
En esta situación, podemos tratar de emerger a los codazos e intentar "zafar" individualmente; o podemos afianzar los lazos de solidaridad que puedan hacer menos amarga la tristeza y poder vertebrar un horizonte de futuro. Sin el desarrollo de una economía de la comunidad, es imposible cualquier excepcionalidad de éxito. Sea el político que sea quien esté en el gobierno.