Y de allí las consecuencias, porque el que siembra ira obtiene tempestades.
No pasa por ahí el inconveniente, y para que no se reproduzca, hay que dejar de lado, no responderle, hacerle el vacío, al que menciona a algún país limítrofe como causante de los males. Es un intento de simplificar aquello que tiene otros ribetes y que se está haciendo cada vez más tangible en el planeta todo.
El tema es la inclusión social que piden a grito los pobres, los que no tienen nada y son capaces de dejar todo por un poco de dignidad. Hay que aprender a escucharlos, no pensar que con borrarlos del mapa se resuelve algo.
Tampoco caer en el idealismo, porque pobreza hay y habrá siempre, sólo que desde las altas esferas gubernamentales hay que empezar a activar una política de reinserción, de contención, de integración, más que de palo y a la bolsa, que ya queda demostrado que es inconducente y dañino, y que encima no resuelve el problema.
Entiendo que los que tienen poco, los vecinos de los alrededores del Parque Indoamericano -que increíble lo preciso del nombre ante los hechos que se sucedieron, ¿no?- pretendan cuidar con uñas y dientes lo que consiguieron y los mantiene, y desde ahí se produce un enfrentamiento entre pobres y no tan pobres, que suena ridículo.
Y los que tienen poder, se enredan en sus propias aspiraciones, que no los afecte en la imagen pública, o que los haga sumar puntos ante el electorado. La gente no es electorado, son personas con ganas de vivir cada día un poco mejor.
Operación de acá, operación de allá, puro oportunismo y maniqueísmo político. Nada que ver con lo que quiere la población.
Entonces ese vacío entre las capas altas y bajas de la sociedad hace que eclosione todo en una incomprensión fogoneada por los medios que en lugar de buscar informar, persiguen la zanahoria del sensacionalismo y las muertes, la sangre y la posición extrema, de cualquiera de los lados que componen una guerra. Guerra en el sentido de enfrentamiento entre dos bandos. Cuando esto no se trata de grupos opuestos, sino de personas que tienen necesidad de armonizar y sentirse un poco más consolidados en sus logros.
Para rescatar algo, todo esto ayuda a leer claramente en que etapa de evolución esta la sociedad argentina. La mayoría de los argentinos opina a boca de jarro, todavía somos un pueblo vulnerable porque compramos cualquier buzón. El que nos sirva para quedarnos tranquilos de que tenemos razón, cuando la razón va perdiendo fuerza y dando paso a la pluralidad de sentidos puestos al descubierto para ver qué resuena de tanto desbarajuste mal analizado.
No se puede gobernar teniendo otro gobierno que se opone a todo lo que se haga, tienen que aflojar con sus aires de personalismo y paternalismo barato y confluir en un espacio de diálogo.