Sin embargo desde hace varias temporadas la situación ha cambiado radicalmente, y esta primavera no ha sido una excepción. Los grupos que se observan son normalmente muy pequeños, y apenas pasan de las 50 aves los mejores días. La razón de esto, como siempre, es un misterio. Quizás ahora siguen otra ruta migratoria, quizás no se detienen a descansar en los campos cantábricos, quizás hay un descenso poblacional...quién sabe. Lo que es una pena es que ya apenas se escuchan sus interminables reclamos que antes llenaban el litoral como un sonido inconfudible de la primavera.
Pequeños grupos de zarapitos trinadores o pollos de mayo Numenius phaeopus, como se les conoce por aquí, se han dejado ver estos días en migración por los campos gozoniegos. A pesar de su nombre popular los trinadores son más frecuentes en abril, cuando alcanzan sus máximos. Hace unos años la migración prenupcial de esta especie era realmente espectacular, con bandos que superaban fácilmente la 100 aves, en especial en la playa de Bañugues donde algunas jornadas se podían reunir más de 300.
Sin embargo desde hace varias temporadas la situación ha cambiado radicalmente, y esta primavera no ha sido una excepción. Los grupos que se observan son normalmente muy pequeños, y apenas pasan de las 50 aves los mejores días. La razón de esto, como siempre, es un misterio. Quizás ahora siguen otra ruta migratoria, quizás no se detienen a descansar en los campos cantábricos, quizás hay un descenso poblacional...quién sabe. Lo que es una pena es que ya apenas se escuchan sus interminables reclamos que antes llenaban el litoral como un sonido inconfudible de la primavera.
Sin embargo desde hace varias temporadas la situación ha cambiado radicalmente, y esta primavera no ha sido una excepción. Los grupos que se observan son normalmente muy pequeños, y apenas pasan de las 50 aves los mejores días. La razón de esto, como siempre, es un misterio. Quizás ahora siguen otra ruta migratoria, quizás no se detienen a descansar en los campos cantábricos, quizás hay un descenso poblacional...quién sabe. Lo que es una pena es que ya apenas se escuchan sus interminables reclamos que antes llenaban el litoral como un sonido inconfudible de la primavera.