Hoy, por culpa de Podemos, la realidad política de España es muy diferente a la que era hace tan solo seis meses. Los partidos políticos cambian sus propuestas, hablan de regeneración, se declaran transparentes, no dicen lo que antes decían, promueven cambios y afirman apostar por la democracia. La Corona también ha pretendido ofrecer un cambio, pero solo ha conseguido sustituir a un rey viejo, agotado y desprestigiado, por otro mas joven, de la misma familia, con nuevos estilos. Pero todos son cambios falsos, producidos por el miedo a perder el poder y sus privilegios, no por la firme voluntad de regenerar la política española, que sigue siendo corrupta, antidemocrática, injusta, elitista y ajena al ciudadano y a sus anhelos y sentimientos.
Los viejos partidos están preocupados, pero no aterrorizados, como deberían sentirse si supieran que están heridos de muerte porque Podemos ha sabido conectar con los mas íntimos y nobles sentimientos de la ciudadanía y sigue creciendo sin freno. Ante el desafío de Podemos, los partidos han escenificado cambios, pero ni uno sólo ha sido verdadero y ninguno de ellos apunta hacia la regeneración. Los cambios han sido cosméticos e hipócritas. Partidos como el PP y el PSOE e IU, acostumbrados a prosperar en la arrogancia, olvidándose del servicio al pueblo y repartiendo privilegios, están tan podridos que son incapaces de regenerarse y solo pueden realizar trucos que parezcan cambios, sólo para acabar con la amenaza de Podemos.
El partido que lidera Pablo Iglesias tiene ya mas de 130.000 afiliados y el millón largo de votantes que les apoyaron en las elecciones Europeas ha crecido hasta casi ocho millones, según las encuestas.
El crecimiento es tan brutal y sostenido que demuestra que los españoles no se han creído los cambios y palabras de renovación de la vieja derecha y la vieja izquierda española. Si el PP o el PSOE hubieran realizado por lo menos un gesto auténtico de regeneración y de cambio real en sus estructuras y costumbres, el crecimiento de Podemos se habría frenado, pero el pueblo, al descubrir que los cambios han sido falsos y cosméticos, ha seguido huyendo del viejo sistema, falsamente democrático, y apoyando lo que Podemos representa, que es la única opción real de acabar con una democracia falsa, podrida, corrupta, injusta y habituada al privilegio, al abuso de poder y a anteponer los intereses de los políticos a los de la ciudadanía y la nación.
Muchos demócratas tememos que Podemos, que hoy es un movimiento en efervercencia con muchos rasgos de democracia interna, horizontales y asamblearios, termine siendo un partido totalitario y neocomunista, pero, por el momento, es únicamente un riesgo. Lo que es real y evidente es que Podemos es el antídoto existente contra los abusos y arbitrariedades de la casta y de la vieja política que ha arruinado a España y que muchos millones de españoles están dispuestos a darle su voto para que jubilen y arrebaten el timón de España a los que la han casi destruido y convertido en un país injusto y sucio.
La España política que se debatía entre la derecha y la izquierda ya es pasado caduco y en agonía. La España del presente se debate entre mantener un viejo sistema que ha demostrado hasta la saciedad su injusticia, su capacidad de destruir la nación y su perversión moral, o acabar con él y enterrarlo, tal vez apoyando la mas directa opción real de cambio que existe: Podemos.