En un momento en el que, y sin recurrir a argumentos populistas y sentimentalistas, tendríamos que hacer un ejercicio de responsabilidad y meditación sobre qué queremos para nuestro país, yo tengo la sensación de que el rumbo sigue sin estar definido y que al final todo quedará más o menos igual que siempre: empujado por la inercia y por la incertidumbre de lo desconocido.
A nuestro Neo (Pablo Iglesias) parece que le da igual que sus colegas de partido se pongan a tiro de las fauces del sensacionalismo y de la frivolidad que desprende Telecinco. En el programa ‘Hable con ellas’ la presumible candidata a la Junta de Andalucía de Podemos, se prestó al circo mediático de esta cadena, sin importarle que entre argumentillo y argumentillo conectasen con la casa de Olvido Hormigos porque la pobre se había quedado sin representante por decir cuatro verdades sobre la Esteban, ya saben, la princesa del pueblo, esa que no sabe ni donde tiene la cara y que parece que es la única que ha sacado adelante a una hija sin la atención del padre.
Después está el señor Monedero, que con ese apellido bien le valdría la cartera de ministro de Economía, que parece que le va la marcha y juega al despiste con la ‘prensa rosa’ sobre su “no se sabe” affaire con la Lomana. Algo que le honra es haber rechazado un cara a cara, propuesto, como no, por Telecinco, para sentarse con la rubia y glamurosa señora, cuyo vestuario seguro que costaba más que el equipo de sonido que contrataron para dar sus discursos en la manifestación.
España de contrastes, España que por muchos móviles y otros cachivaches tecnológicos que poseamos, seguirá siendo, para desgracia nuestra, la España que retrataban nuestros genios de siglos pasados. Cuando poemas como ‘Españolito que vienes al mundo’, por poner un solo ejemplo y no aburrirte más, querido lector, siguen teniendo vigencia, es porque algo se está haciendo mal.