Podemos y las miserias sistémicas

Publicado el 28 noviembre 2014 por Gabrielfp19
Debo admitir que el movimiento, y ahora ya partido político, Podemos, me fascina por diversos motivos, los mismos que seguramente puedan interesar a cualquiera que esté atento a la actualidad política española. Pero sobre todo, en mi caso, también me interesa porque creo que su mera existencia desvela mucho de la situación real de la política. Me explico. Desde su aparición, Podemos ha destapado en cada una de sus acciones un pozo de miserias bien enraizadas en el sistema político español, esas miserias que formaban parte ya de la banalidad o la normalidad política. Porque me da en la nariz que Podemos ha provocado que los partidos políticos se hayan encontrado de repente desnudos ante un espejo, como si hubieran tenido que salir al paso de la amenaza sin tiempo apenas para vestirse convenientemente y hayan tenido que mostrar así, sin ambages, todas las miserias que permanecían disimuladas desde hace decenios, esas que podríamos llamar las miserias sistémicas, utilizando un vocabulario muy de moda. Mi propuesta es la siguiente: veamos de qué se acusa a Podemos y quién es el autor de las críticas, no para saber si esas acusaciones son ciertas o no -tarea que podemos posponer para otro momento-, sino para analizar con qué autoridad moral y política se realizan.
Ya mucho antes de les elecciones al Parlamento Europeo, los integrantes de Podemos eran vistos por muchos políticos y por la derecha mediática como unos perroflautas idealistas, unos jovenzuelos sin programa enamorados de Cuba, de Venezuela o de Irán. Ésa era precisamente la principal crítica, aunque no se quedaban ahí. El menosprecio y la ridiculización con la que eran tratados por algunos políticos y periodistas de renombre, mostraban a las claras la soberbia en la que se ahogaban sus críticas. Así pues, el problema no era tanto de Podemos, el problema era la altanería con la que PP y PSOE gobernaban un país que parecía ya de su propiedad. La denominada "casta", la oligarquía política, no tenía ningún rubor en darles la razón desde su atalaya. Pero los perroflautas consiguieron más votos de lo que ellos mismos esperaban y Podemos se ha convertido desde entonces en la gran amenaza para el establishment político. La soberbia fue la primera de las miserias que destapó Podemos.
A partir de las elecciones europeas, la estrategia de los grandes partidos políticos ha cambiado. Así es como hemos pasado del ninguneo a calificar a Podemos de movimiento "populista". En especial, a su líder Pablo Iglesias se le ha acusado, día sí día también, de mantener un discurso vacío, mentiroso y populista. Pero, ¿qué quieren decir exactamente? Ya el término "populismo" es problemático. Ni siquiera la RAE recoge el vocablo y, por tanto, el significado bien podríamos relacionarlo tanto con la demagogia o con la mentira o la vacuidad. Pedro Sánchez, el actual líder del PSOE, definió recientemente el populismo de Podemos como "el proyecto que se construye sobre el descrédito del otro, sin aportar soluciones ni futuro a la sociedad española". Bien, aceptando esa definición, hablemos de los proyectos que se han construido sobre el descrédito del otro. En la historia de los últimos 30 años en España, ¿PSOE o PP no han ganado votos a base del descrédito del otro partido sin que, en muchos casos, en sus campañas no hubiera muchas más que "ellos son la perdición y nosotros somos diferentes"? Pensemos en algunas de las campañas de Felipe González y la estrategia del miedo a "los perros" de la derecha, o en Aznar y su ascenso a partir del descrédito de las políticas socialistas. ¿Cómo ha llegado Rajoy a la Moncloa? ¿Alguien cree que fue Rajoy el que convenció al electorado y no fue el descrédito de Rodríguez Zapatero y su gobierno el que le aupó al poder? Miserias, ni más ni menos. Carlos Floriano, dirigente y uno de los ideólogos del PP, ha descartado recientemente un plan especial en contra del populismo de Podemos, pero dando así ya por supuesto en sus declaraciones que sus propuestas son populistas, demagógicas y radicales. Hagamos memoria con don Carlos Floriano: ¿Quién prometió bajar los impuestos? ¿Quién aseguró que se recuperaría el dinero invertido para recuperar las cajas de ahorro? ¿Quién prometió que las pensiones no perderían poder adquisitivo? ¿Fue Esteban González Pons el que prometió no bajar el sueldo de funcionarios? ¿No fue el mismo Rajoy el que aseguró que no se iba a abaratar el despido? No sigo, ¡para qué más! ¿Es o no es eso populismo? ¿Es o no es eso demagogia?
Pero sigamos. La última de las acusaciones que PP y PSOE han esgrimido en contra de Podemos es la que tenía como objetivo a Íñigo Errejón. La propia Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía, deslizó en unas declaraciones muy bien calculadas que Íñigo Errejón podría haberse aprovechado de una beca injustamente. En seguida algunas voces del PP se sumaron a la acusación. El objetivo estaba claro: todos somos iguales, incluso en las filas de Podemos hay corruptos y aprovechados del sistema. Es la vieja táctica: si todos somos iguales, corruptos y falsos, todos estamos en la misma línea de salida. Creo que se han dado todas las explicaciones posibles y no parece haber mucha sombra de estafa o engaño en la beca de Errejón, pero los calumniadores ya han conseguido el objetivo de deslizar en la opinión pública la noticia corrosiva. Las palabras fraude, engaño, aprovechamiento y otras por el estilo ya se habían deslizado ligadas a un dirigente de Podemos. Aunque, al margen de los acólitos irreductibles y acríticos de ambos partidos políticos, ¿alguien puede creer que la podredumbre que atenaza a PP y PSOE ya ha alcanzado también a Podemos? El tiempo dirá, pero, en comparación, los dirigentes de Podemos son todavía querubines mofletudos. Son PP y PSOE los que deben dar la cara y, si tienen capacidad, adelantar a Podemos en la lucha contra la corrupción. Mientras tanto, son sus miserias.
¿Y qué hay del independentismo catalán? Particularmente CiU se ha comportado dentro de los mismos parámetros que PP y PSOE, acusando de populismo, radicales y temerarios a Podemos. Aunque también es cierto que el islote catalán permite no entrar al trapo con la misma virulencia y ha propiciado la construcción de otra crítica diferente. Para algunos catalanes, los chicos de Podemos son demasiados "españoles" y no entienden las necesidades del "pueblo catalán". Me explico. Son muchos los políticos independentistas catalanes, en CiU y ERC sobre todo, y muchos discutidores profesionales, que apuestan por posponer el debate social. Nada es más importante que la independencia, después ya se verá. Pero Podemos dice anteponer el debate social a cualquier otro debate y ése es un hecho imperdonable para el nacionalismo o el independentismo catalán. Pero, criticando a Podemos que antepongan los problemas sociales a los problemas territoriales, ¿no son los independentistas los que se ponen en evidencia al menospreciar abiertamente el debate social? ¿Cómo es posible que el debate social no sea la prioridad para los políticos catalanes cuando hablamos del "pueblo" catalán y en su nombre se reclama libertad? ¿Es que el debate de las banderas debe eclipsar la realidad social angustiosa de una buena parte de los ciudadanos catalanes? Pues sí, así es para el nacionalismo-independentismo catalán, y ésa es, a mi entender, una miseria más.
Seguramente a nadie guste todo esto que digo. Cualquiera podrá sentirse ofendido. Los simpatizantes de PP, PSOE, CiU o de ERC, encontrarán motivos suficientes para menospreciar abiertamente este artículo. Pero son sus miserias, no son las de Podemos ni la del resto de españoles. Evidentemente, en algún momento también aparecerán las miserias de Podemos, cierto, pero ya veremos entonces si serán capaces de rectificar a tiempo o no.
Gabriel Fernández Paz

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