Es curioso constatar como el Poder, es decir, el Estado Capitalista cuando ve que puede peligrar su dominio sobre la sociedad en general provoque conflictos y estallidos de violencia entre la derecha y la izquierda radical atrayendo también a ésta al movimiento libertario para así resguardarse de la naturaleza corrupta que sustenta sus intereses políticos y económicos.
Es preciso en primer lugar hallar nuestro enemigo interior y diluirlo para poder después combatir al exterior.
El poder somete al individuo porque éste anhela seguridad, por contra la libertad lo responsabiliza porque anhela amor.La cualidad de nuestra imagen (tanto psicológica como física) es representada en gran medida por el Ego que se origina y construye desde el interior del individuo producto de la propaganda (cultura, educación costumbres y tradiciones) y se proyecta al exterior como forma de adaptación y supervivencia al sistema de dominación a la vez que lo consolida y perpetúa volviéndose a reflejar continuamente en el Ego del individuo como imagen que permanece inmóvil y que al no poderse regenerarse se corrompe.
La sociedad del espectáculo ha creado la proporción de espectadores necesarios para que éstos (los sometidos) estén entretenidos, por contra, antes tuvo que destruir a los actores necesarios que protagonizaban sus vidas para restituir las relaciones sociales y de esta manera fomentar un nuevo modo de vida mundializado en el cual los actores necesarios que están al servicio de la élite de poder sean los más pagados y reconocidos, la fama y la riqueza fomentan la cultura de la meritocracia y la competitividad para de esta forma jerarquizar a una sociedad que por norma odia a su semejante al verlo como un rival a batir.
La libertad consiste en saber elegir en cada momento entre la posibilidad de hacer el bien y rechazar el mal si no podemos hacer el bien.
El Ego constituye y simboliza al autor y en consecuencia a la autoridad y a la propiedad privada, y por lo tanto al Estado y al Capitalismo.