Lo cierto es que la caída fue fea e inmediatamente supe o imaginé que había sido una mala caída. Lloró un poco más de lo habitual cuando se da un golpe pero no le vi nada en la cabeza, la sien, la oreja…nada raro a simple vista, si bien enseguida noté que el cuello o el hombro le dolían. Se había hecho una pequeña fractura en la clavícula. En pocas horas el dolor remitió y a los dos o tres días apenas le molestaba. Dicen que en los niños este tipo de lesiones se curan bien y rápido.Aún así fue un buen susto para mí y aunque el accidente fue leve me sentí un poquito culpable. Y sobre todo rabiosa e impotente, pensando en que quizá le podría haber evitado el dolor a mi hijo. Si hubiese sido sólo un poco más rápida…
Hace algún tiempo los blogs Ciudadano Cojo y Diario de una mamá pediatra escribieron sobre si hay niños accidentables o padres irresponsables. Imagino que como de todo hay en la vida, habrá un poco de las dos cosas. Supongo que habrá padres irresponsables, padres responsables pero más “confiados”, padres responsables y “miedosos”. Del mismo modo hay niños tranquilos, tranquizalos, otros inquietos y otros hiperactivos. En cualquier caso, un accidente es eso, un accidente, algo que no era esperado. Aunque claro, a veces sí es hasta cierto punto previsible.
En fin, que sea lo que sea, no pasan más cosas porque tienen un ángel de la guarda y está claro que no se les pueden quitar los ojos de encima. Yo misma me autolesioné una vez con un sacapuntas viendo algo tan inocente como Barrio Sésamo. Sí, sí...Apareció un niño que simulaba pintar con los dedos y yo quise imitarle y el dedo meñique, que era el que cabía, ¡al sacapuntas! No doy más detalles de cómo quedó la uña…Angelitos.