Revista Opinión

Podríamos vivir muy bien, pero hacemos un esfuerzo por pasarla muy mal

Publicado el 10 julio 2013 por Hernanhaines
El último fin de semana regresé luego de un largo recorrido que me llevó por las ciudades de Toronto, Ottawa, Montreal y Nueva York.
Al aterrizar en Ezeiza sentí un golpe duro, como una caída sin amortiguación. Regresar al país me resultó como un viaje hacia el pasado, digamos unos 60 años hacia atrás o, tal vez, más.
Mientras en las metrópolis citadas, avanzan a pasos agigantados para mejorar a diario la calidad de vida de la gente, en la Argentina se hace un esfuerzo sobrehumano para ir en la dirección opuesta. 
La pregunta es por qué.
¿Acaso Cristina Kirchner, los gobernadores y los dirigentes de la oposición no recorren el mundo? ¿No ven lo que ocurre allí o sólo van a hacer shopping? Y aunque únicamente realicen compras, ¿no tienen que caminar por la calle, tomar un subte o un tren, o levantar la vista para ver cuánto más fácil es vivir bien?
Seguro que es así. Entonces paso a la segunda pregunta: ¿por qué no copiar lo bueno que tienen esas sociedades? Podría describir las bicisendas en pleno Manhattan, una ciudad tumultuosa, en donde el fenómeno ha sido un éxito incomparable con las bicis de Macri; o los trenes canadienses, alfombrados, equipados con electricidad e internet para cada pasajero, mientras seguimos padeciendo las desgracias de la corrupción kirchnerista; o las veredas de Ottawa, en donde es posible caminar descalzo como en el living de casa, algo que seguramente ni imagine el ministro Santilli. En fin, la lista es interminable.
Insisto, los marcianos no son ellos sino nosotros.

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