Ilustración autor desconocido.-Cayo
Valerio Catulo-Ayer,
desocupados, estuvimoslargo
tiempo en mi casa distrayéndonosen
escribir, tal como corresponde,Licinio,
a los que somos refinados.Medíamos
los dos nuestros versitoscon
este o aquel ritmo, respondiendouno
al otro y jugando entre las risasy
el vino. Desde entonces me quedéinflamado,
Licinio, por tu hechizoy
tu humor. Ya ni gozo la comida,pobre
de mí, ni el sueño me permitecerrar
en paz los ojos, sino queme
revuelvo en la cama cerrilmenteenardecido
y solo deseandoque
llegue el día para hablar contigoy
estar juntos los dos. Hasta que al fin,agotados
mis miembros por la brega,cayeron
en la cama semimuertos,y
después te escribí, feliz amigo,este
poema para que te enteresmejor
de mi dolor. Ahora no osesdespreciar,
te lo ruego, estas mis súplicas,no
vaya a ser que Némesis, vengándome,te
imponga su castigo: es una diosaferoz y has de guardarte
de ofenderla.