Poema 50.

Publicado el 24 enero 2025 por José Antonio Ribes Pérez @Josan_Ribes
Ilustración autor desconocido.-Cayo Valerio Catulo- Ayer, desocupados, estuvimos largo tiempo en mi casa distrayéndonos en escribir, tal como corresponde, Licinio, a los que somos refinados. Medíamos los dos nuestros versitos con este o aquel ritmo, respondiendo uno al otro y jugando entre las risas y el vino. Desde entonces me quedé inflamado, Licinio, por tu hechizo y tu humor. Ya ni gozo la comida, pobre de mí, ni el sueño me permite cerrar en paz los ojos, sino que me revuelvo en la cama cerrilmente enardecido y solo deseando que llegue el día para hablar contigo y estar juntos los dos. Hasta que al fin, agotados mis miembros por la brega, cayeron en la cama semimuertos, y después te escribí, feliz amigo, este poema para que te enteres mejor de mi dolor. Ahora no oses despreciar, te lo ruego, estas mis súplicas, no vaya a ser que Némesis, vengándome, te imponga su castigo: es una diosa feroz y has de guardarte de ofenderla.