Poema HISPANOAMÉRICA de MARTÍN ABRIL

Por Joseantoniobenito

Poema HISPANOAMÉRICA de MARTÍN ABRIL

 De mis años de Valladolid en la década de 1980 recuerdo con agrado los deliciosos artículos de Francisco Javier Martín Abril que me cautivaban por su belleza, sencillez, riqueza léxica, poesía. Gracias a mi gran amiga doña Carmen Aparicio, familia suya, supe que era el padre del querido y llorado jesuitas vallisoletano misionero en El Salvador -Ignacio Martín Baró, doctor en psicología y teólogo- recientemente incluido en el "catálogo de mártires" de la Compañía de Jesús, y que murió asesinado como "antorcha de luz y de esperanza". Javier BURRIEZA SÁNCHEZ nos brinda un entrañable recuerdo en su libro Libro de los santos de Valladolid, Editorial Maxtor, Valladolid 2020, (pp.206-214).

De aquellos años también es el precioso poema HISPANOAMÉRIC que tan sólo me dio tiempo a fotocopiar y que 30 años después, al no verlo en ningún portal de internet, lo transcribo como muestra de gratitud a su vida ejemplar.

Comparto como introducción la trayectoria biográfica elaborada por Enrique Berzal de la Rosa.

BIOGRAFÍA MARTÍN ABRIL, FRANCISCO JAVIER.

Valladolid, 9.I.1908 – 25.XII.1997. Poeta, periodista, escritor.

Se licenció en Derecho, impartió clases en la academia que su padre tenía en Valladolid, y fue profesor ayudante de la Universidad de Valladolid antes de ganar, por oposición, la secretaría del Juzgado Municipal de Palencia. Destacó sobre todo en la literatura y el periodismo. Militó en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas y en las Juventudes de Acción Popular de su ciudad natal, organización de la que en 1934 llegó a ser vocal de su junta directiva.

Director artístico de Radio Valladolid en 1937, dos años más tarde lo era también del periódico católico Diario Regional. En la radio se mantuvo hasta 1962, donde popularizó el programa Croniquilla local, que se emitía todos los días a la diez de la noche. Monárquico y católico fervoroso, a pesar de su apoyo entusiasmado al bando sublevado el 18 de julio de 1936, con el paso del tiempo también sufrió la censura franquista en Diario Regional.

A partir de 1944, la Dirección General de Prensa le acusó de permitir deficiencias técnicas en el rotativo, no publicar los editoriales de obligada inserción ni las consignas, y no rendir el merecido homenaje a Franco. Fue sancionado con siete días de haber y se le abrió expediente por faltas graves. Finalmente, fue cesado en el cargo en 1950, después de que la Editorial Católica se hiciera cargo del periódico. Ganador, en 1941, del Premio de Periodismo Mariano de Cavia por el artículo Otoño en los jardines, veinte años después se hizo con el Premio Nacional de Periodismo.

También trabajó en un programa de Radio Nacional realizado para América. Para televisión realizó, junto a otros escritores, los programas El alma se serena, Radiografía de los meses, Nocturno del domingo El oro del tiempo. Fue entonces cuando se codeó con profesionales de la talla de José García Nieto, Guillermo Summers, Lorenzo López Sancho, Enrique Llovet y Francisco Umbral. Colaboró en Ya, La Vanguardia, La Gaceta del Norte, ABC, El Norte de Castilla, Diario Montañés, Las Provincias Blanco y Negro.

Académico de número en la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción desde 1948, entre sus obras más importantes destacan Cartas a una novicia (colección de artículos escritos en la década de 1950 en el diario Ya), Humo (1962) y Crónica desordenada (1969). Premio de Comunicación Francisco de Cossío (1989), escribió más de setenta mil artículos periodísticos y veinte libros.

Fue Medalla de Plata de la ciudad de Valladolid y Premio Provincia de Valladolid a la trayectoria literaria (1993).

Francisco Javier Martín Abril falleció en Valladolid, el 25 de diciembre de 1997. Su familia donó su archivo y biblioteca a la Fundación Jorge Guillén.

Obras de ~: Violetas mojadas, Valladolid, Talleres Cuesta, 1936; Romancero guerrero, Valladolid, Casa Martín, 1937; Castilla y la guerra, Valladolid, Talleres Cuesta, 1937; Luna de septiembre, Valladolid, Tipografía Casa Martín, 1939; Albor, Pamplona, 1940; Castilla, Bilbao, Conferencias y Ensayos, 1942; Así es mejor, Madrid, Gráfica Universal, 1943; El jardín entrevisto, Madrid, Editora Nacional, 1943; Día tras día, Valladolid, Talleres Cuesta, 1947; Poema de Valladolid, Valladolid, Editorial Casa Martín, 1947; Romance de la muerte de Manolete, Valladolid, Tipografías Sever-Cuesta, 1947; Cancionero, Valladolid, Sever-Cuesta, 1949; Ahora y siempre, Valladolid, Sever-Cuesta, 1953; Cartas a una novicia, Madrid, La Editorial Católica, 1954-1962; Humo, Madrid, Studium, 1962; Nostalgia en la meseta, Madrid, Studium, 1964; Álbum, Bilbao, Mensajero, 1968; Crónica desordenada, Madrid, Editora Nacional, 1969; La pequeña palabra, Madrid, La Muralla, 1969; Cada mañana, Salamanca, Sígueme, 1973; Los cuadernos secretos, Valladolid, Ayuntamiento, Fundación Jorge Guillén, 1999, 3 vols.; Intimidades: 1929-1932, Valladolid, Ayuntamiento, Fundación Jorge Guillén, 2001.

Bibl.: R. García Domínguez, "Francisco Javier Martín Abril", en Vallisoletanos, 44 (1985), págs. 57-85; I. Paraíso, La literatura en Valladolid en el siglo XX, Valladolid, Ateneo, 1987; P. Pérez López, Católicos, política e información. Diario Regional de Valladolid, 1931-1980, Valladolid, Universidad, 1994; R. García Domínguez, Francisco Javier Martín Abril. Premio a la Trayectoria Literaria 1993, Valladolid, Diputación Provincial, 2001; F. A. González, Epístola de Félix Antonio González a Francisco Javier Martín Abril: homenaje de la Ciudad a Francisco Javier Martín Abril

Félix Antonio González, 41 Feria del Libro de Valladolid, 3 de mayo de 2008, Valladolid, Ayuntamiento, 2008.

EN INTERNET:

https://www.valladolidweb.es/valladolid/vallisolet/biograf/martinabril.htm

https://www.facebook.com/FJMartinAbril

PoemaHISPANOAMÉRICA

Tres triángulos blancos sobre un azul brillante:

Un alma que al sentirse sueña un idealismo;

Después, un pueblo nuevo flotando en un abismo

De palta, con el lujo sagrado de un diamante.

América nacía y en sus ricos pambiles,

Fulgían las estrellas de su virgen quimera,

Y el ritmo arrebatado de aquella cabellera

Daba a la vida un ramo de flores juveniles.

Flores que eran el eco de romántica hazaña:

Que tomaban su aroma de una semilla vieja;

Y al hender en sus hojas el arado la reja,

Iban vistiendo forma los delirios de España-.

Y aun se escuchan las espuelas,

De las frágiles y airosas carabelas,

Que aquel día venturoso cincelaron en el mar;

Con alientos celestiales eran hinchadas las velas,

Pues las guapas carabelas

no iban solas,

 eran bellas barcarolas

del Barquero del Altar.

Era un hilo invisible y sagrado

Que el Destino trazó con sonrisa,

Porque a América fuese una brisa

Llena en besos de trigo dorado;

Y por él vino a España la risa

Juguetona del fruto soñado.

Y si España vio en su frente

la cicatriz de los días,

sintió en su pecho un torrente

de potentes energías;

y al mirar el vino añejo

de su sangre hecha ya vida,

su cabeza encanecida

se veía en el espejo

de una cara parecida.

América, ánfora virgen de ilusiones españolas;

coro de niñas que alegra con sus gráciles tonadas

las espaldas de su madre que ya viven inclinadas

pero llenas de laureles y de vivas aureolas.

Y en el aire del mar libre de Francisco de vitoria

Se repite el entusiasmo del sentir aventurero,

Y en la frente calurosa del simpático pampero,

Suena un beso que se estampa en el cuento de la Historia.

No es sonrisa de etiqueta, no es afecto de ficciones,

Lo que vibra en lo más hondo de mi España y de mi América

Son las dos, como dos notas de una música quimérica,

Que gravita en el terruño de sus cálidas naciones.

Vedlas todas reunidas en Rosario inquebrantable,

Cómo llenan de caricias verdaderas la mejilla

De su madre, que, embriagada de cariño perdurable,

Las ofrece el azul denso de su cielo de Sevilla

Y contándose consejas al amor del rancio hogar,

Mientras sienten en sus ojos, del nido propio la luz,

Recuerdan aquel romance que escribió un día en el mar,

Un gentil aventurero con la punta de la Cruz.