CANTICO TERRENAL
Madre querida:
Al abrir la ventana
y al llegar el nuevo Sol
he escuchado tus palabras
parecidas al viento.
Las palomas del campo
trajeron en sus alas
las últimas canciones
que los pastores escribieron
en las abras y caminos.
Al escuchar tu voz
he vuelto a ser un niño
y me he visto entristecido
porque sé que no podré
ir a tu encuentro.
Sin embargo, reconstruyo
palabra por palabra
un mundo que cada día
cuesta mucho sobrevivir
en medio de tanta soledad.
INFANCIA
Voy a buscar al niño
que fui en estas calles
donde el viento a veces barre
las estrellas de las tardes
llenas de recuerdos.
A ese niño que veo
correr entre personas
que no conozco.
Un niño que tiene
la misma mirada que yo.
A veces juega
con los guijarros
y otros niños que llegan
al atardecer.
Corro hacia él
para abrazarlo y no sé
como es que desaparece
ante mis ojos
llenos de lluvia.
Ese niño soy yo
que todavía vive
en mi memoria.
Es él quien escribe
y me dicta estos poemas.
VERBO AÑORADO
Yo sé que más allá
en tu morada celestial.
Padre mío, ahora estás
caminando por rutas
que se diseminan
por luminosas laderas.
Salgo para encontrarte
entre bosques tropicales
y en los sueños fugaces
que hay en mí.
Más que un idilio
mi corazón te busca
donde las aves
se han diseminado
y no hay eclipse de la luna.
Padre valeroso,
envuelto en llamaradas
y el viento de la tarde.
Quisiste vivir mucho más
para ver a tu pueblo
caminando hacia el futuro.
Padre ejemplar
ahora beso tu manos,
tus encanecidos cabellos
y tu mirada que ilumina
las rutas que hay en el universo.
CATARSIS CÓSMICA
En los laberintos del tiempo
desaparecen los signos.
Se tornan más enigmáticos aún
en las praderas insondables
donde moran las magnolias
que se convierten en estelas
de invisibles astros.
Pero al fondo
en los límites del recuerdo
el fulgor del fuego
el amanecer de los días lunes
el secreto caudal de los ríos
el ulular del viento.
el vuelo de las palomas
el croar de los vertebrados.
Alguien busca todavía
los orígenes de la lluvia. P
En las infinitas noches
una persona que no conozco
camina sobre la escarcha
donde luciérnagas incandescentes
arden en labios de las flores
que permanecen incólumes
detrás de las nieblas del olvido.
Centenario del nacimiento de José María Arguedas
Entre diamantes
y pedernales
cunde la limpidez
del agua cristalina.
Sobre los ríos
profundos emergen
agonías interminables
del Rasu Niti.
¡Oh! José María Arguedas
acrisolaste con pundonor
Todas las sangres
del Universo.
Los cantos quechuas
revitalizan el sueño
del Pongo,
emanan del verbo
afligido el Orovilca.
¡Oh! Taita Arguedas,
los bramidos
de los pututos,los trinares
de las palomas
gravitan
los montes del Olimpo.