Apenas él hubo pronunciado: "Ahora lo único que falta son fresas"
cuando ya estaba yo corriendo hacia la descuidada huerta de detrás de casa
y había cogido un puñado de fresillas silvestres
antes de que él hubiese acabado de tomar su yogur:
acababan de madurar.
Ten cuidado con lo que dices, dije, ahora todo se hace realidad.
Y él tuvo cuidado.
Eeva Kilpi.
Varios Autores. Afinidades afectivas. Libros del Innombrable, 2002.
Traducción de Francisco J. Uriz.