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CAMPO MINADO
Corría con su amigo de ciudad en ciudad.
Estaban en algún ligar entre Praga y Dresde.
Él tenía catorce años. Su amigo era más veloz
y conocía un atajo que podían tomar entre los campos.
Dijo que cultivaban lechugas en uno de ellos,
y no habían comido en todo el día. Su amigo se adelantó corriendo,
cual conejo desmandado entre la hierba;
giró la cabeza, miró hacia atrás una vez
y su cuerpo quedó esparcido por todo el campo.
Mi padre nos lo contó, una noche,
y luego siguió cenando.
Los llevaba consigo, los campos minados.
Los cargaba bajo sus buenas intenciones.
Nos los dio, en todo el peso de su ira,
en los moretones que nos cubríamos con las mangas.
En la manera en que lanzaba cosas contra la pared:
una radio, que si siquiera era nuestra;
un melón que, una vez, se partió como cabeza.
En la manera en que todavía esperamos, años después y a continentes de distancia,
que algo explote en cualquier momento,
para seguir corriendo solos
con una visión así
solo unos segundos detrás.
Diane Thiel
Varios Autores. Líneas conectadas, Nueva poesía de los Estados Unidos. April Lindner Editor, 2006. Traducción de Mario Murgia Elizalde.