MEDITACIÓN
Cuando pueda tormar una piedra en la mano
y sentir como el tiempo la vuelve arena y tierra,
y ver crecer en este suelo la raíz de las cosas
que hace brotar entre mis dedos flor y árbol,
seré entonces sabio cual la muerte;
que eso ha hecho la muerte, y ha de hacerlo
conmigo, y ha de echarme su aliento
para cocer mi arcilla cuando yo esté inmóvil.
LABERINTO
Tengo un árbol en mi brazo,
hay dos mastines en mis pies,
la tierra no puede dañarme
y el lago de mis ojos es dulce.
Pero un incendio ha destruido el árbol,
no tengo sangre para los mastines.
¿Por qué la voluntad me hizo una corona
para una mente humana que tiene límites?
¿Quién hizo el árbol? ¿Quién el incendio?
Los mastines volvieron a su dueño.
La tierra mató mi deseo
que brincaba más y más aprisa.
Es el hombre el que lo hizo, el hombre,
quien imaginó la imaginación,
él hizo lo que el hombre es capaz;
él descreó la creación.
No hay árbol en mi brazo,
no tengo mastines en mis pies,
la tierra puede aliviarme y dañarme,
y el lago de mis ojos es un engaño.
Richard Eberhart.
Varios Autores. 15 poetas norteamericanos. Editorial Bibliográfica Argentina, 1966. Traducción de Alberto Girri.