Poesía rusa del siglo XX: Eduárd Asádov

Publicado el 08 diciembre 2015 por Revista Pluma Roja @R_PlumaRoja

Uno de los poetas más brillantes y reconocidos de la época soviética es Eduárd Asádov. Mientras otros poetas componían los ditirambos a los obreros, Asádov componía la poesía para la gente simple, cotidiana, sobre los sentimientos, problemas de la vida, principios morales y cosmovisión. El tema de las relaciones entre hombres y mujeres se convirtió en el tema central de la gran parte de sus obras, siendo las relaciones para el poeta algo misterioso y mágico. Eduárd Asádov está convencido de que el amor es un don, una gratificación que uno tiene que venerar y valorar, y el que, por desgracia, no pueden tener todos. El poeta reflexiona sobre este tema en su poema «La rarita» escrito en 1969.

La protagonista del poema es una chica normal y corriente, cuyos conocidos la tachan de «nada de especial» a sus espaldas e, incluso, se ríen de su forma de comportarse, que les parece demasiado discreta. Nadie comprende porque es tan distinta a las chicas de su edad. Asádov añade a la imagen de la chica un toque de extravagancia, indiferencia e introversión, diciendo que «Los chicos acompañan después del cine a chicas, || Pero esta vuelve como siempre sola».

En realidad, no es del todo cierta esta imagen. La heroína de este poema es una persona sensible. Lo que sucede es que ella no quiere desperdiciar los sentimientos que alberga en su corazón. El amor para ella es algo especial y no es susceptible de comprensión. Es probable que, incluso, la protagnista vivió el amor una vez en su vida que no fue correspondido. Es por eso que no quiere encontrarse con los chicos por encontrarse, tener una familia, como hacen sus amigas que en cuestiones de relaciones con los hombres son poco delicadas y exigentes. Esta chica sueña con un cuento de hadas, porque sabe cuál es su sueño y cómo debería ser.
Sin duda alguna, muchos piensan que es una rarita porque para ellos permanece constantemente en las nubes, vive en un mundo ilusorio y ficticio. No obstante, se trata de un mundo puro y precioso, que nos provoca envidia. Su lema es muy simple: el amor ha de ser real y «grande, grande». Ella está segura de que «Y si no me es predestinado tal amor, || Entonces, no quiero que ninguno me suceda!». Sus principios merecen ser respetados, al menos, porque ella está siendo sincera consigo misma y con el resto de la gente.

Чудачка

Одни называют ее чудачкой
И пальцем на лоб — за спиной, тайком.
Другие — принцессою и гордячкой,
А третьи просто синим чулком.

Птицы и те попарно летают,
Душа стремится к душе живой.
Ребята подруг из кино провожают,
А эта одна убегает домой.

Зимы и весны цепочкой пестрой
Мчатся, бегут за звеном звено…
Подруги, порой невзрачные просто,
Смотришь — замуж вышли давно.

Вокруг твердят ей: — Пора решаться.
Мужчины не будут ведь ждать, учти!
Недолго и в девах вот так остаться!
Дело-то катится к тридцати…

Неужто не нравился даже никто? —
Посмотрит мечтательными глазами:
— Нравиться нравились. Ну и что? —
И удивленно пожмет плечами.

Какой же любви она ждет, какой?
Ей хочется крикнуть: «Любви-звездопада!
Красивой-красивой! Большой-большой!
А если я в жизни не встречу такой,
Тогда мне совсем никакой не надо!»

La rarita

Algunos la llaman rarita
Llevando a la sien dos deditos.
La ven como a una princesa, altiva,
Otros, en cambio, nada de especial.

Incluso los pájaros en pareja vuelan,
Existe el magnetismo entre un alma y el otro.
Los chicos acompañan después del cine a chicas,
Pero esta vuelve como siempre sola.

La cadena brillante de inviernos y primaveras
Suceden, un eslabón tras otro se engancha…
Las amigas, de estas que son escarabajos…
De repente ves que ya están casadas.

Todos se lo repiten: —¡Tienes que atrevérte ya!
¡Que sepas que los hombres no te van a esperar!
¡Así por poco te quedarás para vestir santos!
Ya ves que casi tienes los treinta años…

¿Acaso es verdad que no te gustaba ni uno?
Dejará entrever su mirada soñadora:
—Pues, sí, gustar me gustaban. ¿Y qué?—
Con sorpresa se concome.

Entonces, ¿qué amor estás esperando?
Tanto le apetece gritar a todo el mundo: «Amor como la lluvia de estrellas! ¡Bello, bello! ¡Grande, grande!
Y si no me es predestinado tal amor,
Entonces, no quiero que ninguno me suceda!»

Por Kseniya Tokareva

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