Poesía, un converso de Northumbria

Por Igork


Corría el año 597 de nuestra era y se empezaba a crear la síntesis entre el mundo antiguo y el bárbaro que desembocaría en el feudalismo. Los pequeños dioses se retiraban, agotados, de Europa. El mago Merlín se diluía en el río de un tiempo pasado. La Edad Media asomaba para perdurar.

San Agustín, el enviado del papa Gregorio a Inglaterra, desembarcó en 597 en Kent. Fue aclamado por los antiguos paganos. Uno de ellos dejó escrito algo hermoso, era un converso de Northumbria, acaso un bardo o un poeta, de eso no quedó constancia.

Comparó la vida del hombre con el vuelo de un gorrión por la sala iluminada y caldeada del rey, mientras afuera el invierno asolaba los campos y los bosques:

«El gorrión, que entra volando por una puerta para volver a salir enseguida por la otra está seguro, mientras se halla dentro, de la tormenta invernal; pero después de un instante en el buen tiempo vuelve a desaparecer; viniendo del invierno, vuelve a volar al invierno. Así parece también la vida del hombre, pero de lo que hubo antes y de lo que vendrá después, no sabemos nada».



Poesía, un converso de Northumbria