Tras leer este libro, sólo me queda agradecer de todo corazón a Lara y Alberto que me lo hayan regalado. Ya había leído los poemas que lo forman, no todos porque en su momento se me escapaban muchas imágenes y no lo entendí bien. Pero una vez más la editorial Reino de Cordelia ha superado todas mis expectativas. La edición es fantástica, he de confesar que las numerosas ilustraciones de Fernando Vicente me han cautivado y me han ayudado a entender algún poema. Solo con ellas podría hacerse un libro gráfico de esta poesía.
Además la edición comienza con unas palabras del filólogo, poeta, ensayista, crítico, investigador y miembro de la Real Academia de la Historia, Luis Alberto de Cuenca quien reconoce que no hemos tenido respeto por el pasado, reconoce que el estado debe velar por el patrimonio cultural, reconoce que nos falta educación y cultura y nos sobra ignorancia y corrección política. No podría estar más de acuerdo. Además me ha conmovido que de Cuenca establezca una coincidencia en entre Shakespeare y Lorca
Ya no me encontraron.
La intención de los responsables de esta edición al unir las ilustraciones con las cartas y la poesía ha sido superada con creces, "conocer la vida del poeta [...] comprender la capacidad del arte para trascender al hombre y [...] entender [...] cómo [...] fue capaz de renovar la poesía, perdido en una enorme ciudad que a priori [...] le resultaba antipática". Ante esto no es de extrañar que el propio Jesús Egido considere que "sin un esfuerzo político y económico en Educación y Cultura seguiremos igual de burros y de pobres que siempre" (yo añadiría que el esfuerzo ha de ser también racional sobre todo a la hora de impartir educación en colegios e institutos. Pero de nuevo estamos ante otro tema).
Pues tras todo esto comienza el poemario con unos versos de La canción del oeste, de Luis Cernuda, de su libro Un río, un amor que preconizan mediante la anadiplosis quiasmática, el dolor que algunos de los hombres de la época debieron sentir ante su sexualidad:
Ya hemos comentado que todos los poemas van acompañados de cartas que escribió a su familia; de ellas podemos deducir que su estancia en Nueva York si no fue fructífera en cuanto a dominio del idioma, sí lo fue en cuanto a gente con la que trató "es muy rica e influyente, y en su casa he conocido yo a personas de gran relieve en el arte y la literatura y las finanzas de New York". En sus cartas va cambiando la visión de la ciudad aunque en ningún momento desfallece ante lo material que se va derrumbando "Estos días he tenido el gusto de ver [...] la catástrofe de la Bolsa [...] los hombres gritaban y discutían como fieras y las mujeres lloraban en todas partes [...] me fui a buscar a mis amigos rusos tan llenos de espíritu, casi locos, pero vivos y sangrantes ante el espectáculo de la vida". Lorca supo sacar partido de lo bueno del ser humano allá donde estuvo, no obstante, conforme pasa el tiempo, la nostalgia hacia su tierra y familia es más evidente aunque es consciente de que "este viaje es importantísimo para mí, y esta experiencia de vida netamente americana me encanta".
A veces las cartas reflejan algunos apuros económicos, pero no pierde el buen humor, "estoy lo que se dice en cueros. En cueros. No tengo ropa ninguna y solo he ido presentable merced a cierta fantasía combinatoria que yo tengo, pero ya no puedo seguir así". Otras veces aparece la desilusión hacia el norteamericano que, sin escrúpulos, trata a los negros con saña "No tienen espíritu, son buenos sin profundidad, y malos sin relieve personal". Las contradicciones entre la relajación y alegría de las cartas son evidentes al compararlas con los poemas angustiosos que reflejan el dolor por su virilidad "Era que la luna quemaba con sus bujías el falo de los caballos". La distensión en la comunicación familiar, "Aquí vivo algunos días como en un pueblo. En una magnífica tranquilidad", que puede ser real, cambia a una incertidumbre que se hace dolor en los versos que destilan una religiosidad certera "¡Oh cruz! ¡Oh clavos! ¡Oh espina!", que reflejan la inmoralidad de N.Y. en los rascacielos de las personas adineradas, allí donde han crucificado a Cristo y lo rematan una y otra vez a través del resto de ciudadanos
La muchedumbre cerraba las puertas...
En la muerte descubre la salvación de los oprimidos, la liberación, incluida la suya
Aunque también, en esas cartas aparezca la indignación por las prohibiciones, la falta de libertad y la intervención de la Iglesia en ello
Nueva York le provoca una rebeldía inusual en su poesía pues, si bien es cierto que la denuncia está presente en su Romancero gitano, ahora esta acusación aparece en imágenes surrealistas, las más surrealistas de la poesía española, cuando se da cuenta de la desigualdad social "Asesinado por el cielo", cuando es consciente de que hay dos mundos
en los que no hay reconciliación porque
Nueva York tiene una arquitectura angustiosa, sobre todo para aquellos que vienen de África, para ellos, los negros, la gran ciudad se convertirá en su tumba. En Danza de la muerte, las imágenes simbólicas entroncan con el surrealismo por el onirismo que desprenden "Era una gran reunión de los animales muertos / traspasados por las espadas de la luz". El colorido modernista se adapta con tintes surrealistas a la gran ciudad y a los negros, que sólo "Aman el azul desierto, / las vacilantes expresiones bovinas" y "odian [...] el pañuelo exacto de la despedida".
Todos aquellos diferentes a la norma lo pasarán mal en Nueva York, y Lorca denuncia esta desigualdad entre razas y barrios porque, en su afán de vivir en un lugar ideal no recuerdan su felicidad
se han acostumbrado a ser como animales por eso sólo danzan, intentando olvidar, como el resto de desarraigados
En general, Nueva York es la ciudad de la confusión, a veces ni se distingue el cielo de la tierra, la población lo abarca todo, desde subterráneos hasta el cielo, con sus rascacielos, y sin embargo la gente está sola, de ahí que el propio poetas eche en falta aquello que ha perdido, porque ahora es plenamente consciente de su nuevo yo, y esa angustia, remarcada por la repetición de un verso (hiperbólico incluso en la grafía), no deja tener perspectiva de futuro.
Esta soledad interior es la responsable de la deshumanización del hombre blanco
y del desamparo de las personas, enfatizado por gradaciones que dejan al descubierto la impotencia real de los más débiles, los que no se ajustan al orden estructurado de ese nuevo mundo.
Nada tiene sentido en un mundo prostituido por las fuertes diferencias, agudizadas en paradojas hiperbólicas que resaltan las antítesis
por eso aparecen las ansias de venganza aunque estén calladas por la noche
En este desajuste se instalan los sentimientos del autor, en un paralelismo que iguala amor, verdad y dolor; su dolorido estado de ánimo hace que quiera llorar, y sobre todo, ser libre de amar aunque sea escondido, mi amor humano / en el rincón más oscuro..., quiere volver a su paraíso onírico sexual donde Adán fecunda peces deslumbrados, por eso apela a la sensualidad Dejarme pasar, hombrecillos de los cuervos, / al bosque de los desperezos / y los alegrísimos saltos.
Un reino del que él parece no poder disfrutar, pues un halo de muerte premonitoria envuelve sus poemas
El Sueño y la Muerte me estaban buscando
Para finalmente poder liberarse de sus prejuicios y su sexualidad reprimida en la muerte