Poética de emergencia

Por Agora

Mi aburrido dolor le interesaba.

Luis Alberto de Cuenca

1

Los desafíos que cada uno intenta

no nacen de prever las capacidades,

sino de una decisión, que se toma

en lo incierto y, finalmente, se sigue

sin dudar, como una dirección única.

Los sentimientos que nos brotan solos

sobre el papel, son claros.

¿Pero tienen sentido

si no interesan a alguien,

a un segundo lector, que no somos nosotros?

Si miramos el mundo, nos tiran de la lengua

nubarrones de angustia,

marejadas de afanes contemporáneos

para los que aún no

hay un verso que copie de lo vivo.

¿Puede lo que uno escribe

servir de alguna ayuda

en un tiempo de emergencia social?

2

La negación afirma la pregunta,

nos la pone delante, incomoda

constantemente al dulce estilo.

Ya cansa mirar los juguetes

que acumuló en desvanes

el viejo siglo veinte estético.

Sus monstruos nos parecen

más reales hoy.

Ya cansa

la trivialidad asumida

como normal en esta década

del veintiuno, en que vivimos.

Los frutos tardíos tienen

más profundidad de nariz.

Tardarán en madurar las palabras

del presente, sin tiempo

para retirarse a su bodega.

Acechan el aire vivo,

al aire le preguntan.

¿Las escuchan acaso

los duendes desterrados

a las habitaciones secretas?

Las dicen los mapas errantes

de un continente que surge

y no encuentra aún

su lugar en lo humano.

Fulgencio Martínez