Poética de la venganza: Black Angel vol.1 y el neoyakuza de Takashi Ishii para Ultramundo

Publicado el 14 abril 2011 por Esbilla

Ya en Ultramundo la primera entrega sobre el díptico Black Angel que el otrora valor del neoyakuza Takashi Ishii filmó a mediados de lo 90, tras su otro exitosa dupla Gonin y donde extremaba todas sus características estético-conceptuales dentro de un conjunto progresivamente abstracto, decididamente estilizado y archiviolento. Abierto por igual al lenguaje del comic, a cierta sensibilidad “futurista” y a una relectura de interés sobre los códigos del género. Protagonismo femenino, contextos urbanos deshumanizados, nocturnidad obsesiva, luz de neón, naranjas, azules, melodrama y venganzas dentro de enrevesadas tramas de poder, dominio y retribución donde cada acto empuja a la realización de otro y donde todos los personajes principales aparecen interconenctados de manera fatalista. El conjunto de estas dos reseñas, ambas publicada en Ultramiundo como se puede ver, servirá igualmente para tratar un interesante concepto de la secuela, que no supone continuación sino variación, expansión de un universo propio, reglado en lo narrativo y pautado en lo formal que utiliza a los personajes como arquetipos sobre los cuales proponer diferentes destinos posibles: Black Angel vol. 1

“Desde mediados de los 2000 Ishii regresa al erotismo puro con un díptico sadomasoquista protagonizado por la hermosa Aya SugimotoFlowers and Snake(2004/2005) donde busca recuperar el tipo de cine erótico cultivado en el país desde finales de los 60, de modo similar a como introdujo multitud de referencias al ninkyo eiga (es decir los filmes de “yakuzas caballerescos” de habitual ambientación histórica) protagonizado por mujeres en su filmografía noir. Y es que, pese a que Gonin (1995), el film que lo reveló mundialmente sea puramente masculino (y en no pocos aspectos subsidiario del que en aquel mismo momento realizaba Takeshi Kitano, cuya hierática figura es, no en vano, convocada aquí para encarnar a un implacable yakuza) Ishii es un director de películas de mujeres. Ya el segundo Gonin en 1996 supone un trabajo centrado en un grupo de heroínas femeninas enfrentadas a violentos clanes en un contexto tan extraordinariamente escabroso como extrañamente poético, donde la luz de neón, la obsesiva nocturnidad y la estilización de todos los elementos en cuanto a localizaciones, vestuario o gestualidad de las protagonistas empujan el conjunto hacia los límites de la abstracción y la colisión con otros lenguajes, desde las cadencias musicales a la lógica del tebeo. Todos estos elementos más algunos procedentes de su obra anterior se simultanean con mayor o menos fortuna en este fundacional Black Angel y se extienden de modo más convincente a la segunda entrega realizada en 1999, aunque, digámoslo ya esta parte no es una secuela en ningún término, ambos son títulos autónomos que suponen una variación, de acuerdo a una concepción musical, según una melodía primigenia. Es decir se repiten motivos temáticos, tonales y estéticos, incluso determinados detalles argumentales son vueltos a formular de una manera diferente en lo que supone una concepción muy interesante de las posibilidades de construcción de un universo cohesionado que ofrece la política de secuelas del cine moderno.”continuar
“Ishii propone desde el principio una historia de venganza donde los elementos arquetípicos del género, mezclados con una buena dosis de melodrama al gusto japonés, son observados desde una óptica que admite por igual el paroxismo y la estilización, la ultraviolencia y lo naif, la perversidad erótica y la humorada oblicua. Resuelta formalmente de modo equivalente (la vigorosa puesta en escena del asalto inicial, con un brillante aprovechamiento del espació mínimo, o la irónicamente pop resolución de la paliza al novio de la protagonista en unos recreativos, contrastan con el horrible montaje o incluso con la horterez de otros). Amalgamando sintaxis dispersas en un conjunto por fuerza chirriante (la segunda entrega reducirá los lenguajes con resultados notablemente más armónicos), que admite por igual la estética (esteticismo) del thriller hongkonés y la brutalidad frontal del nipón, el ralentí sublimador y el plano fijo implacable, los préstamos del manga (nuevamente mucho más conseguidos en Black Angel 2) las citas irónicas al clasicismo americano o las aberturas al desbarre y al extrañamiento(…)continuar
“Todo este bloque central de la película no solo participa de esto elementos conceptuales y dramáticos recurrentes en Ishii, sino que también plasma algunas de sus mejores ideas formales empezando con al consecución de un aire definitivo de abstracción mediante el empleo del espacio físico, de un escenario mundano que aparece vacío, despojado de sus rasgos cotidianos. En Black Angel será un hospital, escenario al que vuelve a recurrir en la segunda entrega (pero si en al presente aparece abandonado y destartalado en la siguiente está nuevo, flamante) y que ya se había manifestado en otras formas en Gonin 2, en aquella ocasión una discoteca abandonada, que a su vez aparecía también en la primera parte y que ejercía como no-lugar en el cual el film (los filmes) concretan su propio universo separado de cualquier noción de realismo pese a los rasgos externos de sus personajes, o al menos de la mayoría de sus personajes. De esta forma el aspecto exterior se vuelve un icono reconocible (los trajes horteras, las gafas de sol,…) del género, la ciudad, obsesivamente nocturna, se difumina hasta ser un fondo y las/las protagonista(s), los dos ángeles negros caminan hacia la estilización absoluta de raíz comiquera (o, ¿por qué no? hija de la economía narrativa de la serie b y el pulp) según la cual los personajes son definidos por su exterior. Exterior que hemos visto construirse, destruirse y reconstruirse en el caso de las dos heroínas(…)”continuar