El diario Népszabadság comenzó a publicarse en el año 1956, fue el periódico oficial del régimen comunista y actualmente atravesaba una época difícil. Pertenecía a la empresa Mediaworks, que anunció que en los últimos años había generado pérdidas por valor de 16 millones de euros, y que en 10 años su tirada se había reducido en un 74% (se puede ver este dato en su web nol.hu). Argumentan que las pérdidas de este diario ponían en peligro el resto de publicaciones del grupo (sobre todo regionales y provinciales). En 1994 la tirada del Népszabadság era de unos 300.000 ejemplares y este año rondaba los 37.000.
La polémica ha surgido de los propios trabajadores del diario, que calificaron el cierre como "medida golpista", y los principales partidos de la oposición y medios de comunicación opositores al gobierno, que hablaron de peligro para la libertad de prensa en Hungría y control de los medios por parte del gobierno de Orbán. Esa misma tarde unas 2.000 personas se concentraron ante el parlamento húngaro para expresar su apoyo al diario, y varias personalidades reunidas denunciaron la persecución a la libertad de prensa en el país. El portal HVG recordó que en los últimos tiempos se hablaba de que Mediaworks fue venido a un propietario cercano al gobierno. Esta teoría ha sido ampliamente difundida por la prensa extranjera, que una vez más ha acusado al gobierno húngaro de ultraderechista, dictadura y demás. Esos han sido, como siempre, sus únicos argumentos. En mi opinión, esta teoría merece ser investigada, pero con más seriedad.
El Estado húngaro es una democracia, su gobierno ha ganado varias elecciones por mayoría absoluta en unos comicios transparentes, no es una dictadura, ni siquiera tiene ideología de ultraderecha en absoluto. Ahora bien, si es cierto que el periódico opositor fue adquirido por alguien afín al gobierno, puede que haya algo más detrás. También sorprende que el cierre haya sido tan repentino, y justo después del referéndum sobre las cuotas obligatorias de refugiados de la UE. Y no olvidemos que efectivamente Népszabadság destapó muchos casos de corrupción en Hungría que afectaron a Fidesz. Como dije, hay dos teorías válidas, la económica y la del control de prensa. Pero hay que investigarlas con seriedad y rigor periodístico, y no hablar desde la ignorancia profunda o desde la manipulación facilona de siempre. Incluso he llegado a leer que había cerrado el último periódico opositor al gobierno, algo rotundamente falso (de hecho la mayoría de medios son opositores al gobierno de Orbán, y como ya escribí en este blog, uno de los principales diarios afines al gobierno, Magyar Nemzet, propiedad del oligarca Lajos Simicska, dejó de serlo tras la guerra mediática entre el propio Simicska y Orbán, hace algo más de un año).
Los dueños del Népszabadság declararon que el cierre del diario fue una decisión puramente económica, por el gran descenso de ventas y las pérdidas económicas de los últimos años. Y poco hay que contestar al respecto, Hungría es un libre mercado donde el diario pertenecía a una empresa privada con derecho a cerrarlo si perdían dinero con él (hace gracia ver a la oposición socioliberal húngara, que tanto defiende el libre mercado, apoyando y exigiendo mantener un diario abierto mientras da pérdidas). El gobierno no ha realizado ningún comentario al respecto. El diario Magyar idők (favorable al gobierno) hablaba de factores puramente económicos. El diario Origo (favorable al gobierno) enfatizaba que el cierre era inevitable por las pérdidas económicas. El Népszava (opositor) escribía que pese a las pérdidas económicas, estábamos ante un movimiento calculado que se traducía como un serio ataque a la libertad de prensa y la democracia. El 444 (opositor) hablaba de sin duda una maniobra política en toda regla. Opiniones, en resumen, para todos los gustos.
Los partidos de la oposición difundieron la idea de que Orbán intentaba, una vez más, suprimir la libertad de prensa en Hungría y ganar el control total de los medios de comunicación. Los socialistas hablaron de viernes negro y ataque a la democracia y convocaron una manifestación junto a las oficinas del diario esa tarde. Alrededor de 2.000 personas se reunieron frente al parlamento de Budapest para protestar frente al cierre y algunos de estos que hablaban de ataque a la democracia llegaron incluso a quemar ejemplares del Magyar Idők. ¿Os imagináis en España que cierre El País y la gente se manifieste quemando ejemplares de otros periódicos? Pues hasta ese punto hemos llegado en Hungría.