Revista Opinión

Política en España: "España cañi", retrato en negro"

Publicado el 26 abril 2018 por Alberto Garcia @ensurincon
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La política en España, con sus casos de corrupción, luchas internas, cínicas declaraciones, mentiras, justificaciones y encubrimientos ya no nos causan consternación o estupor. Al contrario, nos mueve a la risa, al chiste fácil, al humor, al tremending topic en Twitter (*).
Damos por sentado que algo serio y honorable –como debería ser la política y los políticos– es un esperpento, un mal social necesario dentro de una necesaria democracia. Por eso nos aferramos al humor. Humor negro, por supuesto.
Pero ese humor negro esconde un cáncer que corroe a la sociedad desde dentro. Su lamentable ejemplo ético y moral nos está volviendo insensibles a sus actos. No les justificamos –siempre que no sean de nuestro partido– pero tampoco les combatimos con rigor, nos limitamos a reírnos y esperar resignados el siguiente acto de esta tragicomedia.
Y ellos, como buenos demagogos, juegan sus cartas delante de nosotros. Fuerzan o no una dimisión en función de sus posibles réditos electorales, llegan a una moción de censura o a determinados pactos para repartirse el poder, conservarle o acceder al mismo. Dictan leyes o aprueban presupuestos pensando en las urnas y en su continuidad.
Y todo ello instalados en la suficiencia, en la prepotencia y la arrogancia de quien defiende una forma de vida... poniendo a un país y a sus ciudadanos de pantalla. Siempre nos justificamos diciendo que Spain is different, pero no es cierto. La verdad es que Spain is cañi.

(*) Si, al final tan culpable como todos. Te ríes por no llorar... y si lloras que sea de risa. No nos merecemos –entre otras muchas cosas– a políticos que con zapatos de Prada y ropa carísima hurten en un supermercado del barrio de Vallecas una crema antiarrugas de gama media/baja. No hablamos de la eficacia de la crema, no es ese el tema, nos duele que el hurto no se haya cometido en una perfumería de postín, en un barrio de lujo y la crema escamoteada no haya sido de gama alta, todo ello más acorde con el político implicado. 


Nos duele que llevara un buen bolso, junto con una bolsa de plástico del Canal de Isabel II. Nos duele más la cutrez del acto, que el acto en si. Entre tanto disgusto una pequeña alegría, la marca elegida no fue una "marca blanca". Gracias Cristina.

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