Políticos españoles proponen un salario social universal. Suiza lo rechazó hace tres años por inviable.

Publicado el 11 junio 2019 por Mike Sala @mikesala65

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En su editorial del pasado 7 de junio César Vidal mostraba a los oyentes un momento clave de la historia reciente de la sociología y de la estrategia política de los Estados Unidos, pero también en todo occidente.
En éste editorial, el comunicador explicaba cómo en 1966 dos sociólogos y activistas norteamericanos, Richard Cloward y Francis Fox Piven, profesores además de Trabajo Social en la Universidad de Columbia, que tanto fenómeno progre ha proporcionado a la vida social y política del país, planteaban una línea de acción que, disfrazada de bondad estatal y asistencia social al necesitado, no perseguía otra cosa que horadar el modo de vida americano reventando literalmente el sistema asistencial federal por exceso de gasto, creando así un caos que posteriormente sería aplacado comprando a vastos sectores de población mediante subvenciones y, principalmente, con la creación de un “salario social”que permitiera vivir a cada persona desempleada. De este modo, este asistencialismo surgido de la ruina conduciría a un socialismo que pretendía así acabar con la pobreza, a cambio de conseguir un control férreo de buena parte de la población mediante la coacción por de dinero, haciendo desaparecer todo vestigio de individualismo e iniciativa entre la población perceptora de donaciones públicas.
Esta propuesta, explicada a grandes rasgos aquí pero más detalladamente en el editorial de César Vidal, es conocida desde entonces como “Estrategia Cloward -  Piven” y no pocos partidos izquierdistas de todo el mundo la han adoptado como una de sus principales líneas argumentales a la hora de tratar los problemas sociales que el izquierdismo, una y otra vez, insiste en solucionar a base de gasto público y subvención, con las consecuencias que todos conocemos.
Este Editorial de Vidal llamó poderosamente mi atención por dos motivos.
Uno; hacía exactamente diecinueve años que yo había leído en un diario digital de Utah un acertado comentario de un lector que recordaba en aquella ocasión el contenido y el propósito de la estrategia Cloward – Piven, lo que me llevó entonces a buscar en la red más información acerca de este asunto.
Y dos; precisamente yo había terminado de escribir una reseña, para enviar por mail, sobre una información de junio de 2016 y que incidía en un punto primordial que las sociedades influidas secularmente por un nacional o estatal catolicismo pasan por alto por ser más dadas al asistencialismo en lugar de promover desde las escuelas los principios bíblicos de la economía, el ahorro, el trabajo arduo y la honradez. Dicha información, como ahora veremos, define el modo de ser de una sociedad en su aspecto laboral y económico de un modo tan distinto al que, por desgracia, estamos acostumbrados en España, que no pude por menos que plasmar mi opinión al respecto.
Entrando directamente en la noticia, resulta que mientras en España algunos políticosy comunicadores proponen la implantación de un salario social universal, Suiza lo rechazó hace tres años por inviable.
El 5 de junio de 2016 los suizos estaban convocados a un referéndum en el que debían decidir si el gobierno implementaba o no un sistema de retribución básica o social a todo ciudadano, independientemente de si éste estuviera empleado o desempleado. La renta propuesta ascendía a la cantidad de 2.533 dólares mensuales.(lo convierto a dólar para hacer más fácil la comparación posterior) Dicha propuesta fue presentada por un grupo sin “afiliación política”, pero de claras tendencias izquierdistas y afortunadamente minoritario. Pero lo que más sorprendería en un país como España, donde la subvención es un culto y el subvencionado es un votante al que cuidar con esmero, es que los suizos rechazaron semejante locura económica por un 77-80 % de los votos al momento de publicarse los primeros datos oficiales, teniendo en cuenta que los colegios electorales estuvieron abiertos solamente dos horas, puesto que la mayoría de los votantes ejercieron su derecho por correo.
Quien haya visitado Suiza, como es mi caso, o haya vivido allí, habrá podido advertir nada más llegar al país las enormes diferencias que existen entre aquél territorio transalpino y España. Sin entrar en otras consideraciones, cualquier visitante que permanezca unos días en el país notará que aquella sociedad venera el trabajo, aunque sea en detrimento de otras cosas importantes. De hecho, y para mayor sorpresa de quien no conozca otro sistema político, social y económico que el hispano, los suizos rechazaron en el año 2012 ampliar el periodo vacacional anual de 4 a 6 semanas. Lo que a buen seguro habría supuesto un shock a más de un trabajador, sindicalista, o político patrio.
La propuesta de este grupo sin “afiliación política” se concretaba en que esta “Renta de Base Incondicional”, que así es como llamaron a la idea, consistía en pagar la ya referida cantidad de 2.533 $ mensuales a todo ciudadano empleado o desempleado, independientemente de si éste fuera nacional o extranjero con al menos cinco años de permanencia en el país. Fuentes oficiales calcularon que si esta medida hubiera sido aprobada, las arcas estatales habrían necesitado financiación extra anual por 25 mil quinientos millones $ para responder a este nuevo sistema de pagos. Semejante locura económica, propuesta por dicho grupo “apolítico”, fue apoyada incondicionalmente por los verdes y la extrema izquierda pero, afortunadamente para Suiza, una enorme mayoría de votantes contestaron con sus papeletas una contundente negativa contra una utopía de la izquierda radical, nuevamente disfrazada de bondad estatal y asistencia social, que hubiera quebrado económicamente a una sociedad que en el aspecto económico y laboral aparece como una de las más prósperas del mundo.
Desgraciadamente para nosotros, una medida así, de ser propuesta en votación en España, sería aprobada por una mayoría significativa de la población. Además de por irresponsabilidad hacia el futuro de nuestros hijos, pesaría a favor de tal medida socialista el hecho de que aquí existen amplios sectores con derecho a voto que viven subvencionados y no parece que realmente quieran dejar de percibir pagas a cambio de encontrar trabajo. Los ideólogos de la Estrategia Cloward – Piven, explicada magníficamente por César Vidal en su editorial hace escasos días y por aquél inteligente lector de un diario digital de Utah hace ya 19 años, conocían perfectamente, ya en aquél mayo de 1966 de su publicación en la revista progre The Nation, que a una mayoría de individuos desincentivados, faltos de recursos y con escasa preparación académica, sería fácilmente gobernable. Solo sería necesario para ello el proveerles de un salario que ellos no fueran capaces de ganar, y de un sistema complementario de bienes y alimentación sufragados por el dinero público.
En España esto nos puede sonar muy familiar. Ingentes cantidades del dinero obtenido mediante el expolio de los que producen son destinadas a mantener a clases clientelares que se mueven entre la economía sumergida y el parasitismo con una maestría digna de cátedra. El poder lo sabe y el poder capta sus votos. Y si en algún momento hay un sector que pretende levantarse contra esta insana y nefasta práctica ya estructural de clientelismo en nuestra nación, el poder tan solo tiene que mover los resortes del multiculturalismo que jamás afecta a clases influyentes, de la solidaridad mal entendida pero muy aceptada, de miedo y odio al capitalismo y de rechazo al que piensa, produce e invierte. En España, los promotores de estrategias como la “Cloward – Piven” tienenel campo expedito y a la resistencia en franca desventaja. Y no es de ahora precisamente, porque desde inicios de los 90 existe un asistencialismo selectivo a favor de ciertos sectores y en detrimento de otros, aunque éstos últimos estén mucho más necesitados y en situaciones verdaderamente críticas.
Enlace al editorial del César Vidal del 7 de junio de 2019 aquí 
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