Cualquier discurso en las Cortes, por brillante que sea, queda automáticamente eclipsado por el hecho de que el orador haya conducido ebrio su propio coche. Y sin embargo, el caso de los políticos-conductores borrachos al volante, no es nada inusual. Que se lo pregunten sino al diputado del PP por Murcia, Arsenio Pacheco Atienza que ocasionara un accidente, afortunadamente sin heridos, en la ciudad de Murcia, por lo que fue condenado a una pena de ocho meses sin carné de conducir y a una multa de 2400 euros, por conducir ebrio y ocasionar un accidente sin heridos en julio de 2010. El propio Pacheco reconoció que ese día había estado tomando un aperitivo y comiendo con unos amigos, lo que le llevó a consumir una cantidad no determinada de alcohol. El diputado fue sometido a una triple prueba de alcoholemia, arrojando 0,70, 0,56 y 0,58 mg/1 de alcohol por libro de aire respirado. Y los magistrados le señalaron como criminalmente responsable de un delito de conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas, sin atenuantes ni agravantes, que le hizo merecedor de las citadas penas además de la obligación de pagar las costas del juicio. El Tribunal consideró probado que fue el citado nivel anómalo de alcohol en sangre lo que hizo que Pacheco no se percatara de la existencia de otro vehículo en el carril de su derecha y le golpeara en la puerta trasera derecha, provocándole unos daños que ya le ha indemnizado. Tras conocer la sentencia, Pacheco señaló que se acababa “una pesadilla” vivida en los últimos años. Aseguró que no iba a dimitir porque la condena no conllevaba inhabilitación para ejercer un cargo público. “Si hubiera sido así, habría renunciado al escaño inmediatamente”, dijo Pacheco.
Otro político de derechas, Ángel Espadas, concejal popular de Santiago de Compostela, presentó su dimisión tras conocerse que había dado positivo en un control en la madrugada de un sábado, cuando fue sorprendido dormido en su coche. Además, renunció a formar parte de la candidatura del PP en las elecciones de mayo, donde figuraba como número tres. O el caso más conocido de Nacho Duarte, diputado del PP y presidente de Nuevas Generaciones, quien dimitiera el 24 de febrero de 2010 como vocal de la comisión de Seguridad Vial del Congreso, tras dar positivo en un control de alcoholemia realizado el viernes 19 de febrero. Duarte fue condenado el 17 de enero de 2011 por el Supremo a una multa de 2.400 euros y a ocho meses de retirada del carné de conducir por un delito contra la seguridad vial. O el de Manuel Cercadillo, portavoz del grupo popular en el ayuntamiento de Arganda del Rey (Madrid), detenido el 23 de mayo de 2009 por conducir ebrio, presentando posteriormente su dimisión.
Pero no sólo los políticos de derechas conocen estas experiencias, también los socialista las han vivido. El 12 de febrero de 2010 el alcalde de Siero (Asturias), el socialista Juan José Corrales, dio positivo en un control de alcoholemia al que fue sometido tras sufrir un accidente con su coche oficial. Dimitió el 25 de febrero de ese año y aún está pendiente de juicio. El 12 de diciembre de 2009, Indaura Gil Mendoza (PSOE), concejala de Juventud y Formación del Ayuntamiento de Mahón (Menorca), fue detenida por duplicar la tasa de alcoholemia permitida. No fue cesada ni presentó su dimisión. El 30 de enero de 2011 fue condenada a pagar 366 euros de multa. El 7 de junio de 2009, Manuel García Torres, edil de seguridad y tráfico del PSOE en el ayuntamiento de Alcalá de Guadaira (Sevilla) fue sorprendido conduciendo con una tasa de alcohol el doble de la permitida. No asumió ninguna responsabilidad política.
El 6 de mayo de 2010, el alcalde de Montras, Manel Montalbán (CiU), durante un control, triplicó la tasa de alcohol permitida. Cuatro días después fue condenado a la retirada del carné de conducir durante 8 meses y a pagar una multa de más de 700 euros, por un delito contra la seguridad del tráfico por conducir bajo los efectos del alcohol. El 30 de enero de 2009, Txema Mauleón concejal de Nafarroa Bai en el ayuntamiento de Pamplona, dio positivo en una prueba de alcoholemia. Por este delito fue condenado el 6 de febrero de ese año a veintidós días de trabajos en beneficio de la comunidad. Estos son los casos más conocidos de políticos que fueron y sorprendidos in fraganti. Pero ¿quién es capaz de asegurar que la lista termina con ellos?