El lunes 7 de septiembre se publicó en Bolivia una reseña sobre el libro, la enésima después de otras críticas, siempre positivas, publicadas en México, Panamá, República Dominicana, Colombia y Argentina, entre otros países.
De la crítica boliviana pueden destacarse los párrafos siguientes:
Francisco Rubiales Moreno (1948) publicó en 2007 el libro Políticos, los nuevos amos, que hace referencia al análisis del poder político.
Con un lenguaje duro, libre, alejado de lo políticamente correcto, es capaz de provocar reflexiones y golpes de conciencia muy dolorosos. En el texto, recomendado para políticos y analistas, señala que tenemos idealizada la palabra "democracia”, cuando, en verdad, nos limitamos a depositar, cada cuatro años, una papeleta con unos nombres preelegidos por los todopoderosos partidos políticos. ¿Tan perfecta es nuestra democracia? La verdad es que no. Su ejercicio dista bastante de la perfección. Pero, sin embargo, muy pocos son los que se atreven a denunciar sus flagrantes pecados.
Con crudeza afirma que "existe un componente depredador y rastrero en el concepto de poder que nunca ha abandonado el escenario a lo largo de los siglos. Unas clases dominantes suceden a otras y cada época establece sus sistemas de dominación, y sus reglas, pero el poder, aunque disfrazado, sigue siendo el mismo: depredador, al servicio de las élites, implacable y utilizado sólo por los amos como instrumento para dominar y sojuzgar.
Los poderosos, distintos en cada etapa de la historia, parecen pertenecer a una estirpe de dominadores que se transmiten unos a otros no sólo la filosofía de sojuzgamiento, la espada, el mazo, la bayoneta o la ametralladora, sino también una especie de ‘gen’ que los impulsa a contemplar la sociedad desde arriba.
Ahora, al iniciarse el tercer milenio, están encarnados en las democracias, adaptados a las nuevas reglas, ocupando, como siempre, las alturas del Estado y ejerciendo, desde el poder político, el sometimiento. Con esos depredadores han retornado las viejas doctrinas totalitarias y oligárquicas, camufladas también con envoltorios democráticos.
Está claro que sin utilizar la fuerza más de lo estrictamente necesario, permitiendo que los ciudadanos griten y se expresen con libertad, y utilizando la mentira, la manipulación y el miedo como arietes, el poder político moderno ha aprendido a ejercer un dominio implacable con sorprendente eficacia y sofisticación. Las actuales tiranías, aparentemente legales porque casi todas ellas buscan legitimarse en las urnas, esclavizan al hombre mejor que cualquier otra a lo largo de la Historia.
Pero, el mayor logro de los nuevos tiranos es que no sólo han aprendido a ocultar la suciedad de su sistema de dominio y de gobierno, sino que, además, han conseguido el apoyo de las masas, que, insensatas, aclaman a quienes las esclavizan.