Los nidos son montículos de barro que se elevan del suelo hasta 30 centímetros para evitar las inundaciones y el intenso calor que se concentra en el suelo. En su construcción participan tanto el macho como la hembra. Una vez construido, alberga un único huevo blanco mate que se encargan de incubar ambos progenitores durante 28 - 30 días en turnos durante períodos de 2 a 4 días cada uno. Lo empollan con las patas dobladas debajo del cuerpo y nunca dejándolas colgar del nido.
Tras eclosionar, los pollos están cubierto de un plumón blanco grisáceo y tienen el pico recto y rosa. Son alimentados por los padres con una secreción llamada "leche de flamenco". Esta "leche" es producida por unas glándulas del tracto digestivo superior que son estimuladas por la hormona prolactina (como en los mamíferos) que causa la proliferación de dichas células glandulares, tanto en las hembras como en los machos (a diferencia de los mamíferos) por lo que ambos sexos "amamantan" al polluelo. La secreción es rica en proteínas, grasas y contiene cantaxantina (el pigmento que le da la típica coloración rosácea-rojiza a los flamencos) que en los pollos no se acumula en las plumas como en los adultos, si no que lo hace en el hígado. Esta "leche" no contiene hidratos de carbono.
Posteriormente, los pollos abandonan el nido, momento en el cual se les curva el pico y son capaces de abastecerse por ellos mismos y tras 11 semanas se independizan. El plumaje juvenil es gris parduzco con marcas rosas y negras. Estos flamencos juveniles no adquirirán completamente el plumaje rosa adulto hasta los 2 o 3 años y no se reproducirán hasta que consigan el plumaje de adulto. Nunca se reproducen antes de los 3 años y lo habitual es que no lo hagan hasta que no tienen 6 o 7 años de edad. Son aves bastante longevas ya que pueden vivir hasta 40 años en estado salvaje y en cautividad han llegado hasta los 60 años.
La reproducción en cautividad no fue posible hasta que se advirtió lo importante que era una buena coloración en las plumas de los individuos adultos. Los flamencos adquieren esta coloración gracias a los pigmentos que ingieren en la dieta. Los primeros intentos consistieron en introducir carotenoides (zanahoria, pimiento...) en la dieta, pero a día de hoy la mejor solución encontrada es proporcionar cantaxantina en la comida.
Por nuestra parte, cuando termine la temporada de cría de nuestros flamencos haremos un balance con los datos de los tres años que tenemos registro de estas aves y en principio, si no ocurre nada extraño, podemos aventurar que este año va a ser uno de los más exitosos.