Su plumaje es críptico, el ideal para pasar desapercibidos en estos primeros meses de su vida. Pero ya están algo más desarrollados, hace apenas una semana sólo eran una bola de cañones y plumas.
De momento no se alejan demasiado del territorio de sus progenitores, que están siempre cerca de ellos, vigilantes...
Y reclaman continuamente haciéndoles saber donde están.
Pronto se despreocuparán de sus pollos, que necesitan entre 15 días y un mes de cuidados, y pensarán en comenzar a criar su segunda nidada del año. Los jóvenes de esta primera generación, aún así, no se alejan demasiado del territorio y son tolerados por sus padres. De esta forma, en septiembre, con la segunda generación ya crecida, el número de tarabillas se dispara.