Polos opuestos en la tierra de los pollerudos

Por Arielcassan

Con una prominente barba, digna de cualquier buen náufrago, llegaba a Escocia: país de las gaitas, las polleras y las barbas coloradas.
Quizás por designio de la naturaleza o para querer mezclarse entre los locales, la mía ya empezaba a mostrar un incipiente tono rojizo que a decir verdad, resultaba un tanto chistoso.
Por el lado de las gaitas, no pretendía aprender a tocarla en tan poco tiempo ni se me presentó la oportunidad, así que eso quedará para la próxima visita.
Pero ante el pedido de unos cuántos, no le hice asco a la pollera y acá esta la prueba fehaciente de que podría pasar tranquilamente por un típico escocés:

A todas las vuelvo locas con mi pollera escocesa...


A todas las vuelvo locas con mi pollera escocesa...

Las polleras escocesas, llamadas “kilts”, son una parte fundamental del traje tradicional escocés. El diseño cuadriculado denominado “tartán” es particular en cuanto a rayas y colores para cada familia del país.

No fue nada fácil conseguir un traje escocés, ya que en las ciudades sólo te lo quieren vender y bastante caro, pero no para sólo unas fotos.
Un mensaje en CouchSurfing, la comunidad de gente que ayuda desinteresadamente a otros durante sus viajes, a la que pertenezco y la que vengo utilizando seguido en esta Odisea, me puso en contacto con Archie MacFarlane. Archie me invitó una tarde a su casa, me prestó el traje de su familia (el diseño de mi pollera es el tradicional de la familia MacFarlane) y aprovechando que era fotógrafo, fue él quién me sacó un par de fotos.
¡Pero no se preocupen! Aún cuando yo tenía puesta la pollerita, ¡nada pasó entre nosotros! ¡Lo juro! jeje.

Con Archie, el "pibe de la pollerita"

Una semana en el país sólo me alcanzó para visitar sus dos ciudades principales, Glasgow y Edimburgo, en las cuáles viví experiencias bien opuestas, y de ahí el nombre del post. Para una futura próxima visita quedará pendiente, además de la gaita, visitar las “highlands escocesas”, las montañosas tierras del norte del país, llenas de lagos y castillos. Definitivamente es un motivo más que suficiente para querer volver a recorrer la región.

Antes de empezar con las anécdotas y en honor a las gaitas que no pude tocar, propongo un nuevo post musical con un tema escocés que escuché hace un par de años y volví a escuchar durante mi estadía en el país. Highland Laddie, la “chica de las highlands”, un clásico del género y que pueden disfrutar mientras leen el resto del post:

Bagpipe Classics – Highland Laddie
 
Glasgow:

Ni bien llegué a la ciudad más grande y poblada del país, me dirigí hacía una dirección en la zona este de la ciudad. Ahí me esperaba Nareswara, “Nares” para los amigos, otro miembro de CouchSurfing.

Nares es un chico indonesio que está realizando un doctorado en finanzas en Glasgow y comparte su departamento con otros dos compatriotas: Dias, quién también estudia para el mismo doctorado en la Universidad de Strathclyde, y Maya, una chica de Sumatra que estudia diseño gráfico en otra universidad de la ciudad.

Con Dias (izquierda) y Nares (centro). Maya sacó la foto

Nares y Dias nacieron y se criaron en la Isla de Java. Sólo hizo falta que lo dijeran para no poder evitar relacionarlo con mi (ahora ex) época de trabajador en desarrollo de software. Es que el nombre de su isla es el mismo que el del lenguaje de programación con el que lidié los últimos años en mi trabajo. Lo bueno es que ahora, al verlo como algo pasado, ¡sólo me sacó una sonrisa recordarlo! ¡Casi casi que hasta me cae simpático!

Era la primera vez que entraba a una casa oriental, aún estando en el lado occidental del mundo. El primer impacto con su cultura se dió a sólo un metro de la puerta. ¡A sacarse los zapatos se ha dicho! Si si, los chicos mantenían la famosa costumbre oriental de sacarse los zapatos al entrar a una casa, para dejar la suciedad que se trae de la calle afuera. Yo sólo tenía un par de ojotas que también habían andado lo suyo, así que fueron muy amables en prestarme unas pantuflas limpias que tenían.

No sólo en eso los chicos resultaron unos anfitriones excelentes. El departamento estaba impecable y su gran hospitalidad se veía en cada momento. Siempre se preocupaban en saber si estaba todo bien, si necesitaba cualquier cosa, o si tenía hambre y quería comer algo.

En ese sentido, ¡Nares resultó ser un gran cocinero! Las alacenas de la cocina estaban repletas de condimentos para preparar las elaboradas comidas indonesias. Casi siempre a base de arroz o sopa, cada plato lleva por lo menos unos cinco condimentos, pudiendo llegar a tener más de diez. Sobre algunos de esos, jamás escuché el nombre hasta ese momento y no por una falencia en mi capacidad lingüística, sino que ni siquiera están en los supermercados occidentales y los hacen traer especialemente de oriente.

Nares cocinando

En los días que pasé en su departamento, jamás tuve que cocinar. Nares quiso agasajarme con una serie de exquisitos platos y quería que los pruebe todos. La cocina indonesia se caracteriza por ser tremendamente picante, así que aún pidiéndole que no le ponga mucho picante a mis platos, necesitaba como mínimo un litro de agua para bajar el ardor en la lengua. Les juro que a mi me gusta lo picante y lo como con gusto, pero la gastronomía de ellos hace quedar a los jalapeños o al wasabi como posibles candidatos a integrar la “cajita feliz para los chicos”.
¡Me parece que antes de ir para Asia en esta Odisea, va a ser necesario que aprenda la frase “no spicy” (“no picante”) en unos cuantos idiomas!

Aquí van algunos de los ricos platos que Nares cocino para nosotros en los días que estuve ahí:

Sopa de cordero y Tong Seng


Comida tradicional indonesia


Embal con sambal terasi

Las charlas con los chicos fueron de lo más diversas. Desde viajes y universidades a nuestras familias (les mostré las fotos de mi propia familia que llevo siempre impresas conmigo y obviamente, ¡se quedaron encantados con la de mi sobrinita!).
Nos dimos cuenta que a pesar de la distancia y de la aparente independencia histórica entre ambas naciones, hay mucho en común entre nuestras culturas. A diferencia de la típica frialdad anglosajona, las familias indonesias son muy apegadas y suelen juntarse tanto como las nuestras, tienen la costumbre de charlar siempre en la cena, las salidas con amigos son muy similares, su idioma se parece en ciertos aspectos al nuestro y hay otras tantas relaciones entre sus costumbres diarias que hacen dudar si no podríamos ser países hermanos.

De Glasgow, debo admitir que no es una ciudad que me haya encantado. Muy grande, muy comercial y más industrial todavía. Es la ciudad más universitaria de Escocia y probablemente, la que tiene mejor vida nocturna del país.
Sin embargo, el oeste de la ciudad sorprende por sus parques y por dos edificios de fantástica arquitectura: la Universidad de Glasgow y el Museo Kelvingrove, de los cuáles también dejo un par de fotos…

Edificio de la Universidad de Glasgow


Hall de la Universidad de Glasgow


Pista de skate y bicis, con el Museo Kelvingrove de fondo


Museo Kelvingrove


Museo Kelvingrove

 
Edimburgo:

Estaba seguro de que la capital escocesa me iba a gustar y me iba a deleitar con su famosa arquitectura medieval, y así lo hizo. De lo que no estaba tan seguro, era de mi anfitrión en la ciudad, un muchacho escocés, al que llamaremos… mmm… “John”, ¿de acuerdo?

No fue fácil encontrar un anfitrión en Edimburgo con CouchSurfing por la negativa casual de algunos otros miembros, pero el supuesto “John” aceptó mi petición con un mensaje que decía algo así como “yo te hospedo en casa, no hay problema. Sólo quiero advertirte de dos cosas: soy un tanto desordenado y fumo marihuana. Si no te molesta, venite a casa que no hay drama.”

Después de dormir en los lugares que había dormido en este viaje y con mi usual conformismo, “desordenado” no era una palabra que me asustase. Y no era la primera vez que me rodeaba con gente que fumaba marihuana, así que tampoco era algo que me molestase en absoluto.
Pero el hecho de que me tuviese que advertir de esas dos características, me generaba una cierta sospecha de que había algo más. De todos modos, acepté la invitación…

Apenas se abrió la puerta del departamento del tal “John”, un profundo y nauseabundo aroma a tabaco mezclado con encierro inundó mi nariz, casi volteándome. No se si lo dije o lo pensé, pero la expresión bien argentina “uffff, mamadera, el tufo que hay acá” fue lo primero que se me pasó por la mente. Si lo llegué a decir, igual “John” no me escuchó ni mucho menos, me entendió.

Entré a la cocina. “John” estaba apoyado sobre una mesada repleta de latas de cerveza, cajas de cigarrillos y paquetes vacíos de golosinas y snacks. La pileta desbordaba de platos sucios y unas cuantas cosas estaban tiradas también por el piso.
“John” confesó la resaca que sentía por una fiesta el día anterior y por lo menos, se disculpó por no haber llegado a limpiar. Ok, estaba viendo a que nivel podía llegar la parte de “desordenado”. Al fin y al cabo, en esa cocina-comedor estaba el sofá donde yo dormiría las próximas noches.
Polo opuesto de los chicos indonesios en Glasgow, ¿eh?

El día siguiente llegó a hospedarse también otra pareja de CouchSurfing: un americano y una rusa, combinación curiosa históricamente si las hay. Ante la explicación de “John” de como tomar whisky y la contestación de la chica rusa de como tomar “vodka”, se planteó el desafío alcohólico para esa misma noche.

A esas dos bebidas, a la fiesta se le sumaron un buen pack de cervezas locales y unos shots de gelatina con alcohol.
¿Eso es todo? Claro que no. Nuestro amigo “John” sacó a la luz su segunda advertencia, la cuál no solo de manifestaría con marihuana, sino con todo un abánico de drogas…

Fasos (porros, canutos de mota o cómo quieran llamarlos), piedras de hachís (rallada y añadida en los cigarros de marihuana para potenciar el efecto, o cocinada y agregada como ingrediente a unos postrecitos de frutilla), frasquitos de popper y hasta “bombas” inhalables hechas con botellas vacías rellenas con vaya a saber que sustancia tóxica, eran los “condimentos” que John quiso sumar a la noche.
Noche que obviamente, decantó en una nueva resaca para él al día siguiente y que me hizo entender que es lo que había pasado la noche anterior a la que yo llegué.

Forman de izquierda a derecha y de arriba a abajo: tabaco, celular, frasquito de popper, shot de gelatina con alcohol, hachís rallado, botella de vodka ruso, encendedor, piedra de hachís, cervezas, papelillo para faso. Más atrás, restos del postrecito de frutilla con hachís, merengues, pickles y demás.


Uno de los tantos que se armó "John"

A la pareja internacional y al querido “John” se le sumó un amigo de éste, un personaje al que podemos llamar…mmm… “Peter” (estoy re original, ¿eh?).
“Peter” llegó a la casa ya drogado de por sí y nos sorprendió con un inglés indescifrable. Totalmente inentendible por una mala combinación de su lugar de origen y las sustancias que había consumido, hizo que incluso el americano se limitase a asentir cuando “Peter” hablaba, sin entender lo que estaba diciendo.
Sólo “John” parecía entenderle, quizás por una capacidad telepática todavía no descubierta y solo posible en el estado que ambos tenían.
Creo que la frase que más escuche en la noche fue “Uhh, I’m fucking stoned, man!” (“Uy, me siento realmente drogado”)…

Creo que con todo eso ya terminé de explicar porque ambos anfitriones fueron polos opuestos, ¿no? De todos modos, en sus momentos de lucidez (cuando no se armaba uno tras otro durante un par de horas, y se los iba a fumar a su habitación), “John” resultó un tipo amable y hasta les diría, muy interesante para charlar.

Lamentablemente, una historia de vida difícil protagonizada por una familia realmente exigente que no lo aceptó aún con una universidad terminada y tres doctorados. Una cierta incapacidad física, una relativa dislexia y un conjunto de malas decisiones y adicciones, lo llevaron al estado en el que se encuentra hoy en día…
Pero aún así, decide ayudar en CouchSurfing a los que pasan por su ciudad y hasta en un orfanato de chicos huérfanos. Ya les cayó mejor, ¿verdad? Sinceramente, ¡a mi también! Claro que no recomendé en la comunidad que se hospeden con él, pero no lo pude calificar negativo y le dejé una simpática referencia.

Al fin y al cabo, la gente que se conoce en un viaje y en la comunidad de CouchSurfing, no es más ni menos que una muestra de la gente que existe en la sociedad en general, con sus virtudes y defectos… Gente a la que considero el motivo principal de esta Odisea, aún mucho más que los lugares que el turismo organizado te puede mostrar.

Como bien dicen mis queridos amigos viajeros de Magia en el Camino, “Un viaje no son las fotos que se hacen, los regalos que se compran ni los paisajes que se visitan. Un viaje es, más que nada, la gente que se conoce en el camino”.

Los otros dos personajes de los que les hablé y de los que sí puedo decir sus verdaderos nombres, la rusa Lena y el americano Aaron, resultaron gente muy agradable y fue un gusto poder cruzarme con ellos. También están haciendo una vuelta al mundo juntos y hasta tienen un blog que les recomiendo visitar: Backpacking of Memories.

Lena y Aaron, los backpackers of memories

“¿Y de la ciudad de Edimburgo no contás nada, che?”
Bueno, bueno… La capital escocesa es una delicia para recorrer. Con una finísima arquitectura medieval en su parte antigua, debe ser de las ciudades británicas más lindas, junto con York, de la que sólo pude ver imagenes pero no llegué a visitar.
Dominada por un antiguo e imponente castillo, su calle principal denominada “Royal Mile” (“La milla real”) es una travesía digna de ser recorrida una y otra vez. Rodeada por viejos edificios y catedrales, suele ser un imán para los turistas en busca de recuerdos escoceses y gaiteros como estos:

Gaitero escocés


Gaiteros escoceses

Dejo un par de imágenes más de Edimburgo, una ciudad que recomiendo totalmente visitar y de la que me llevó fotos de las mejores: las mentales. Las que no te olvidas nunca…


 
 

¿Por donde seguirá la Odisea después de dejar las Islas Británicas? No se los voy a decir ahora, así que ¡a esperar la próxima entrada del blog!

Para cerrar el post, ¡va otra foto con la pollera, desde Escocia con amor!

Desde Escocia con amor...

¡Saludos a todos!